Hablar de un subphrenischer abszess puede sonar a término clínico alejado, frío y distante, pero detrás de esas palabras hay un proceso infeccioso que puede transformar días de fiebre y dolor en una situación compleja y aterradora. En este artículo quiero acercarte al tema de forma clara, conversacional y completa: qué es, por qué ocurre, cómo se manifiesta, qué exámenes se usan, cómo se trata, qué complicaciones puede traer y, sobre todo, cómo se puede reconocer a tiempo. Antes de comenzar, debo aclarar que no recibí una lista de palabras clave adicional; por eso he integrado de manera natural y uniforme términos habituales relacionados con este tema como Subphrenischer Abszess, absceso subfrénico, dolor en hipocondrio, fiebre persistente, drenaje percutáneo, tomografía computarizada (TC), ecografía abdominal, tratamiento antibiótico y complicaciones como sepsis, de forma que el texto sea útil tanto para pacientes como para profesionales curiosos.
El objetivo no es reemplazar una consulta médica, sino ofrecer un recorrido profundo, pedagógico y entretenido, con explicaciones paso a paso de cómo se sospecha, confirma y maneja un absceso subfrénico. Empezaremos por entender la anatomía y la fisiopatología para luego pasar por los síntomas, el diagnóstico por imagen, las opciones terapéuticas (incluyendo una tabla comparativa), y terminaremos con recomendaciones prácticas y escenarios clínicos que te ayudarán a recordar lo esencial.
¿Qué es un Subphrenischer Abszess? Definición y anatomía

Un Subphrenischer Abszess, o absceso subfrénico en español, es una cavidad de pus localizada en el espacio entre el diafragma y la superficie superior del hígado, el bazo o la pared abdominal, según el lado en que se forme. Está “subfrénico” porque queda debajo del diafragma, la gran cúpula muscular que separa el tórax del abdomen y que participa en la respiración. Es un absceso intrabdominal localizado en una zona que, por su posición, puede producir síntomas difíciles de precisar y, a veces, retrasos en el diagnóstico.
La anatomía es importante: el espacio subfrénico está dividido en compartimentos por ligamentos y por la serosa peritoneal, lo que hace que los abscesos se localicen con predilección a derecha o izquierda. A la derecha suele relacionarse con problemas hepáticos, colecistitis o complicaciones de cirugías biliares; a la izquierda, con perforaciones esplénicas, complicaciones del colon o procesos pancreáticos. Ese detalle anatómico condiciona tanto la presentación clínica como la estrategia de drenaje.
Cómo y por qué se forma un absceso subfrénico: causas y fisiopatología
Formar un absceso subfrénico no es azar; normalmente hay un foco inicial de infección o una brecha en la barrera natural que permite que bacterias o material séptico lleguen a ese espacio. Las causas más frecuentes incluyen complicaciones de cirugía abdominal (especialmente después de colecistectomía, apendicectomía o resecciones del colon), perforaciones gastrointestinales, traumatismos abdominales, colecciones hepáticas que se extienden hacia arriba, y procesos infecciosos contiguos como la diverticulitis complicada. También pueden aparecer en pacientes inmunocomprometidos a partir de bacteriemias que se localizan en ese espacio.
Desde el punto de vista fisiopatológico, la presencia de material contaminado en el espacio subfrénico provoca una respuesta inflamatoria intensa con acumulación de neutrófilos, exudado y formación de una cavidad purulenta. Las características anatómicas del peritoneo y la presión subdiafragmática pueden aislar la infección, haciendo que el absceso persista y crezca, con potencial de extenderse o de provocar septicemia si no se controla.
Presentación clínica: signos y síntomas que deberían alertarte
La presentación puede ser sutil. Muchos pacientes llegan a consulta con fiebre persistente que no cede con antibióticos, dolor abdominal superior o en el hipocondrio, y sensación de malestar general. A veces predominan síntomas torácicos como dolor pleurítico o tos debido a la irritación del diafragma; otras veces el signo más llamativo es la falta de mejoría tras una intervención quirúrgica previa, especialmente cuando la cirugía fue en la zona hepatobiliar o colónica.
Los síntomas más habituales suelen incluir dolor en el hipocondrio derecho o izquierdo (según el lado), fiebre intermitente o continua, escalofríos, malestar general, anorexia y pérdida de peso si la evolución es prolongada. En algunos casos puede aparecer dificultad respiratoria por la limitación de la excursión diafragmática o hasta derrame pleural reactivo. Cuando el proceso se complica, pueden verse signos de sepsis: taquicardia, hipotensión, confusión y fallo orgánico.
Es importante recordar que el cuadro puede ser subagudo o crónico, y que la sospecha clínica debe ser alta en pacientes con historia reciente de cirugía abdominal, perforación intestinal o infección intraabdominal no resuelta.
Diagnóstico: qué exámenes pedir y cómo interpretarlos
El diagnóstico se basa en una combinación de historia clínica, exploración física, pruebas de laboratorio y, sobre todo, estudios de imagen. En los análisis de sangre suele verse leucocitosis con desviación a la izquierda, elevación de marcadores inflamatorios como la proteína C reactiva y, en casos avanzados, alteraciones en la función hepática. Sin embargo, los hallazgos de laboratorio son inespecíficos y no sustituyen a la imagen.
La ecografía abdominal es una técnica accesible y muchas veces la primera herramienta diagnóstica; permite visualizar colecciones subfrénicas, aunque su sensibilidad puede verse limitada por el aire intestinal o por la posición del paciente. La tomografía computarizada (TC) abdominal con contraste es la prueba de elección: detecta con alta sensibilidad y precisión la presencia, el tamaño, la localización y la relación del absceso con estructuras vecinas. Además, la TC sirve para planificar un drenaje percutáneo guiado por imagen. La resonancia magnética (RM) puede ser útil en casos selectos, pero rara vez es necesaria de urgencia.
En algunos pacientes puede estar indicado un radiografía de tórax que muestre elevación diafragmática o derrame pleural, lo que puede orientar el diagnóstico cuando hay dolor torácico y fiebre. En resumen, para consolidar el diagnóstico hay que combinar clínica con TC, y cuando se vaya a proceder al drenaje se debe usar imagen para guiar la intervención.
Lista: Pruebas diagnósticas importantes
- Historia clínica completa y examen físico dirigido.
- Hemograma y marcadores inflamatorios (PCR, VSG).
- Pruebas de función hepática y química sanguínea.
- Ecografía abdominal inicial (si está disponible).
- Tomografía computarizada (TC) con contraste: prueba de elección.
- Radiografía de tórax si hay síntomas respiratorios.
- Cultivos de sangre y cultivo del material del drenaje si se obtiene.
Tratamiento: estrategias, pasos y elección entre drenaje percutáneo o cirugía
Tratar un Subphrenischer Abszess exige una combinación de medidas médicas y, casi siempre, de intervención para eliminar la colección purulenta. El tratamiento no es solo antibióticos: la desbridación o el drenaje de la cavidad es la piedra angular del manejo. La decisión entre drenaje percutáneo guiado por ecografía o TC y tratamiento quirúrgico abierto o laparoscópico depende del tamaño, la localización, la presencia de múltiples compartimientos, la estabilidad del paciente y la experiencia local.
En términos generales, un absceso subfrénico bien delimitado y accesible suele drenarse de forma percutánea bajo guía imagenológica con colocación de catéter de drenaje y administración de antibiótico sistémico de amplio espectro. Este abordaje minimamente invasivo tiene altas tasas de éxito y menor morbilidad. Cuando el absceso es multiloculado, está asociado a fístula intestinal, hay fracaso del drenaje percutáneo, o existe indicación quirúrgica por otras razones (por ejemplo, perforación intestinal), la cirugía —laparoscópica o abierta— puede ser necesaria para drenar, desbridar y tratar la causa subyacente.
Los antibióticos deben iniciarse de forma empírica cubriendo los gérmenes más comunes —aerobios y anaerobios— y ajustarse luego según los resultados de cultivo y sensibilidad. La terapia puede mantenerse durante varias semanas, dependiendo de la evolución clínica y la resolución radiológica. Es clave coordinar con infectología y cirugía para decidir la duración y la necesidad de tratamientos complementarios.
Tabla: Comparación entre drenaje percutáneo y quirúrgico
| Aspecto | Drenaje percutáneo | Drenaje quirúrgico (laparoscópico/abierto) |
|---|---|---|
| Invasividad | Minimamente invasivo | Invasivo; requiere anestesia |
| Indicaciones típicas | Abscesos bien delimitados y accesibles | Multiloculados, falla del percutáneo, fístula, perforación |
| Riesgos | Fuga, recolección residual, necesidad de recanalización | Infección de herida, complicaciones anestésicas, mayor recuperación |
| Tiempo de recuperación | Suele ser más corto | Más prolongado |
| Tasa de éxito | Alta en lesiones simples | Alta cuando está indicada |
Antibioticoterapia: principios y opciones comunes
Los antibióticos son un pilar del tratamiento, pero no sustituyen al drenaje. La elección empírica debe cubrir bacilos gramnegativos entéricos, cocos grampositivos y anaerobios, ya que la flora implicada suele reflejar la del tracto gastrointestinal o la piel en el contexto postoperatorio. La terapia inicial se basa en el cuadro clínico, la gravedad y el entorno epidemiológico (resistencias locales).
Progresivamente, los cultivos del material drenado o hemocultivos permiten afinar la terapia y de-escalar a antimicrobianos más dirigidos. En pacientes con factores de riesgo para gérmenes multirresistentes, puede ser necesario emplear regímenes más amplios inicialmente, siempre bajo la guía de un especialista en infecciones.
Tabla: ejemplos de opciones empíricas (orientativos)
| Contexto | Opciones empíricas (ejemplos) |
|---|---|
| Paciente sin factores de riesgo | Una cefalosporina de tercera generación + metronidazol, o piperacilina-tazobactam |
| Riesgo de Pseudomonas o enterobacterias resistentes | Carbapenémico (ej. meropenem) o ceftazidima/cefepima + metronidazol |
| Alto riesgo de enterococos o grampositivos resistentes | Agregar cobertura dirigida según cultivo; considerar vancomicina si hay MRSA |
Complicaciones: qué puede ocurrir si no se trata o si el tratamiento falla
Si un absceso subfrénico no se trata a tiempo o si las medidas no son adecuadas, las complicaciones pueden ser graves. La extensión de la infección puede llevar a sepsis, fracaso orgánico, trombosis de venas adyacentes, formación de fístulas hacia el colon o la piel, y derrame pleural o empiema por contigüidad. En casos raros, la infección puede erodar estructuras vecinas y provocar daños mayores.
Además, la cronicidad de una colección puede derivar en malestar prolongado, pérdida de peso y deterioro del estado general. Es por eso que la sospecha temprana, el diagnóstico por imagen y un manejo combinado (drenaje + antibióticos) son esenciales para reducir la morbimortalidad.
Diferenciales: otras entidades que pueden confundirse con un absceso subfrénico
No todo dolor en el hipocondrio con fiebre es un absceso subfrénico. Es importante considerar otras enfermedades que pueden parecer similares clínicamente: colecistitis complicada, absceso hepático (hidatídico o piogénico), neumonía basal derecha, pleuresía, apendicitis subhepática, pancreatitis, úlcera perforada y, en pacientes oncológicos, metástasis complicadas o complicaciones por radioterapia.
La imagen juega aquí un papel determinante: la TC distingue bien entre un absceso subfrénico y una colección intraparenquimatosa hepática o una masa pleural. De nuevo, la historia del paciente —cirugías previas, episodios de diverticulitis, manipulación endoscópica o trauma— orientará hacia una u otra posibilidad.
Lista: signos que favorecen el diagnóstico de absceso subfrénico frente a otros diagnósticos
- Fiebre persistente tras cirugía abdominal reciente.
- Dolor en hipocondrio que empeora con la respiración profunda (irritación diafragmática).
- Elevación diafragmática o derrame pleural en radiografía de tórax asociado a dolor abdominal.
- Visualización de colección subdiafragmática en ecografía o TC.
Manejo práctico paso a paso en un caso sospechoso
Cuando un paciente llega con fiebre y dolor en el hipocondrio tras una cirugía abdominal, ¿qué pasos seguir? Aquí tienes una guía paso a paso, pensada para clarificar el flujo de decisiones sin sustituir el juicio clínico.
1) Evaluación inicial: historia completa, búsqueda de signos sistémicos de sepsis y estabilización hemodinámica si es necesario. 2) Analítica: hemograma, PCR, bioquímica, hemocultivos. 3) Imagen inicial: ecografía puede orientarnos; TC con contraste confirma y ayuda a planificar drenaje. 4) Iniciar antibiótico empírico de amplio espectro si hay sospecha clínica importante, especialmente en pacientes inestables. 5) Consulta con radiología intervencionista y cirugía: valorar drenaje percutáneo guiado por TC o ecografía. 6) Si se drena, tomar muestras para cultivo y ajustar antibiótico según resultados. 7) Seguimiento clínico y con imágenes hasta resolución. 8) Si el drenaje percutáneo falla o hay complicaciones, proceder a intervención quirúrgica.
Este esquema ayuda a evitar demoras y a coordinar equipos: la rapidez en el diagnóstico y la intervención influye directamente en el pronóstico del paciente.
Casos clínicos ilustrativos: lecciones aprendidas

Imaginemos un escenario frecuente: una mujer de 56 años con colecistectomía laparoscópica hace 10 días que presenta fiebre intermitente y dolor en hipocondrio derecho. La ecografía muestra una colección subfrénica y la TC confirma un absceso de 6 cm. Se realiza drenaje percutáneo con colocación de catéter y se inician antibióticos empíricos. Las muestras muestran flora mixta con predominio de anaerobios; el antibiótico se ajusta y la paciente mejora clínicamente en días. El drenaje se mantiene hasta resolución radiológica. Lección: la historia operatoria reciente es clave y el drenaje percutáneo permitió evitar reintervención quirúrgica.
En otro caso, un hombre con diverticulitis complicada desarrolla absceso subfrénico izquierdo multiloculado; el drenaje percutáneo fue insuficiente y requirió cirugía laparoscópica para resecar tejido enfermo y cerrar una fístula colónica. Lección: no todos los abscesos son candidatos ideales para el percutáneo y la causa subyacente debe tratarse.
Consejos para pacientes y familiares: cómo reconocer señales de alarma
Si tú o un ser querido han tenido recientemente una cirugía abdominal, una perforación intestinal o un episodio de infección intraabdominal, presten atención a estas señales: fiebre que no cede con tratamiento, dolor localizado en la parte superior del abdomen que empeora con la respiración, fatiga profunda, escalofríos, sudoración nocturna y pérdida de apetito. Si aparecen signos de sepsis (mareo, palidez, respiración rápida, confusión), acudir urgentemente a un servicio de urgencias.
Explica al equipo de salud cualquier antecedente quirúrgico y no dudes en pedir una valoración por imagen si la fiebre persiste. La coordinación entre el cirujano, el radiólogo intervencionista y el especialista en infecciones es vital para un manejo óptimo.
Prevención y medidas para reducir el riesgo

La prevención pasa por buenas prácticas en cirugía y manejo del paciente: asepsia rigurosa, control de fuentes de infección durante procedimientos, diagnóstico y tratamiento oportuno de perforaciones y limpieza adecuada de cavidades en cirugías complejas. En pacientes con peritonitis o complicaciones postoperatorias, la vigilancia estrecha y el uso adecuado de antibióticos profilácticos según protocolos puede reducir la incidencia de colecciones subfrénicas.
Además, la identificación temprana y el tratamiento de abscesos intraabdominales antes de que migren o se localicen subfrénicamente disminuye el riesgo de complicaciones. La educación sanitaria de pacientes y personal es un pilar preventivo importante.
Recursos y lectura recomendada
Si quieres profundizar, busca guías de cirugía general sobre manejo de abscesos intraabdominales, textos de infectología que aborden terapia antimicrobiana empírica en infecciones intraabdominales, y artículos de radiología intervencionista sobre técnicas de drenaje percutáneo. Muchos hospitales y sociedades médicas publican protocolos locales actualizados que son útiles porque reflejan la epidemiología y las resistencias bacterianas de cada región.
Consultas especializadas (cirugía, radiología intervencionista, infectología) y revisión de literatura reciente son siempre recomendables antes de decidir estrategias complejas o inusuales.
Errores comunes y cómo evitarlos
Un error frecuente es retrasar el estudio por imagen en pacientes con fiebre persistente postoperatoria, atribuyendo los síntomas a procesos no infecciosos. Otro fallo es confiar únicamente en antibióticos sin drenar colecciones importantes, lo que suele llevar a fracasos terapéuticos. También puede fallar la técnica de drenaje cuando no se valora correctamente la loculación o la accesibilidad, por lo que la planificación con TC es crítica.
Evitar estos errores requiere sospecha clínica, uso temprano de imágenes, y trabajo en equipo entre especialidades. Documentar el tamaño y la ubicación del absceso y asegurarse del control radiológico tras el drenaje ayuda a detectar problemas residuales y a determinar la necesidad de tratamientos adicionales.
Preguntas frecuentes
¿Puede un absceso subfrénico resolverse solo? Es poco frecuente que se resuelva sin intervención; el drenaje suele ser necesario para la mayoría de colecciones significativas.
¿Cuánto dura el tratamiento antibiótico? Depende de la respuesta clínica y del tamaño del absceso; habitualmente varias semanas, con adaptación según cultivos y control de imágenes.
¿Se puede prevenir por completo? No siempre, pero la atención quirúrgica cuidadosa y la identificación temprana de infecciones intraabdominales reducen el riesgo.
Conclusión
El Subphrenischer Abszess, o absceso subfrénico, es una complicación infecciosa que requiere una alta sospecha clínica, diagnóstico por imagen (especialmente tomografía) y una estrategia combinada de drenaje y antibioticoterapia para lograr la curación; su presentación puede ser sutil y su manejo exige coordinación entre cirugía, radiología e infectología, con decisiones que valoren la accesibilidad del absceso, la estabilidad del paciente y la causa subyacente; la detección temprana y el tratamiento adecuado reducen la morbilidad y las posibles complicaciones, por lo que cualquier fiebre persistente o dolor en el hipocondrio tras una intervención o episodio abdominal merece estudio, consulta especializada y, cuando corresponda, drenaje guiado por imagen.