El dolor de apendicitis es una de esas molestias que todos tememos: empieza de manera vaga, alrededor del ombligo, y en cuestión de horas se siente intenso y localizado en la parte baja y derecha del abdomen. Esa traslación del dolor tiene una explicación muy interesante que mezcla anatomía, desarrollo embrionario, y la forma en que nuestro sistema nervioso siente el sufrimiento. Si alguna vez te has preguntado por qué la molestia «se mueve», aquí vamos a desmenuzar paso a paso ese misterio, con ejemplos claros, comparaciones sencillas y pautas prácticas sobre cuándo preocuparse y qué se hace en urgencias. Te lo cuento como si estuviéramos conversando en una cafetería: sin tecnicismos innecesarios, pero con toda la información útil para entender por qué el apéndice duele primero cerca del ombligo y después en el cuadrante inferior derecho.
Comencemos con una imagen mental: imagina que dentro de tu abdomen hay dos tipos de sensores que detectan daño o inflamación. Uno es antiguo, primitivo, y siente dolor difuso; el otro es más preciso y localiza la molestia cuando la inflamación llega a la superficie. Esa combinación explica el viaje del dolor de la apendicitis. En poco tiempo tendrás claro cómo se relaciona eso con la edad, el sexo, el embarazo y por qué algunas personas no siguen el patrón clásico. Además, al final te dejo una tabla y listas con señales clave, pruebas que suelen pedirse en urgencias, y las opciones de tratamiento para que puedas reconocer la situación y saber qué ocurre detrás de una receta o de una indicación quirúrgica.
La anatomía detrás del dolor: apéndice, nervios y peritoneo
Para entender el inicio del dolor alrededor del ombligo es imprescindible saber de dónde viene la sensibilidad visceral. El apéndice es una pequeña prolongación del colon ubicado habitualmente en la parte baja derecha del abdomen, pero durante el desarrollo embrionario comparte inervación con el intestino medio. Esa inervación va dirigida hacia las raíces nerviosas torácicas que convergen alrededor de la región del ombligo (aproximadamente nivel T10). Por eso, cuando la inflamación del apéndice apenas comienza y afecta sobre todo a las capas internas, los nervios que transmiten esa sensación no son capaces de precisar la localización exacta y se interpreta como dolor profundo y difuso alrededor del ombligo.
Cuando la inflamación progresa y empieza a irritar la membrana que recubre la cavidad abdominal —el peritoneo parietal— la sensación cambia por completo. El peritoneo parietal está ricamente inervado por nervios somáticos que sí localizan con precisión el sitio afectado, y entonces el dolor se «fija» en el cuadrante inferior derecho, en la zona conocida como punto de McBurney. Eso explica la clásica migración del dolor: desde un dolor visceral mal localizado alrededor del ombligo hacia un dolor somático bien localizado en la fosa ilíaca derecha.
Dolor visceral versus dolor somático: una explicación sencilla
Pensemos en una lámpara apagada dentro de una habitación cerrada. Si alguien enciende una luz tenue (la inflamación inicial) la habitación se ilumina de forma difusa: no puedes decir exactamente de dónde viene la luz. Eso es el dolor visceral: profundo, sordo, mal localizado, a veces acompañado de náuseas y malestar general. Ahora imagina que se enciende una linterna apuntando directamente a una esquina: la luz queda localizada y puedes decir exactamente dónde está. Eso es el dolor somático provocado por el peritoneo parietal irritado: agudo, localizado y reproducible al presionar.
Esta diferencia no es sólo teórica; se refleja en la conducta del paciente: al inicio puede describir un dolor vago alrededor del ombligo, con ganas de vomitar y pérdida de apetito. Con el tiempo el dolor se vuelve intenso, el paciente tiende a inmovilizarse, evita realizar movimientos bruscos y puede presentar signos físicos claros durante la exploración.
Cómo progresa la apendicitis: tiempo, síntomas y variaciones
La apendicitis no tiene un único camino; su evolución puede ser tan rápida como algunas horas o tan lenta que confunde al paciente y al médico. Generalmente comienza con dolor periumbilical que, en 6 a 24 horas, se localiza en el cuadrante inferior derecho. Junto con el dolor suelen aparecer náuseas, pérdida del apetito y a veces fiebre leve. Si no se trata, la inflamación puede perforar el apéndice, provocando peritonitis generalizada o la formación de un absceso, situaciones que elevan la gravedad y cambian el manejo.
Es importante entender que en ciertos grupos la presentación puede ser atípica: en niños pequeños el dolor puede ser inespecífico y más difuso; en ancianos puede no haber fiebre y el cuadro puede parecer menos dramático; en embarazadas el útero desplaza el apéndice, por lo que el dolor puede sentirse más alto, hacia el cuadrante superior derecho. Por eso los médicos no dependen únicamente del traslado del dolor; utilizan un conjunto de datos clínicos, pruebas de laboratorio y a menudo imagen para confirmar el diagnóstico.
Factores que influyen en la rapidez del avance del dolor
Varios factores determinan cuánto tiempo tarda el dolor en desplazarse y cómo se percibe: la posición del apéndice (retrocecal, pélvico, subcecal), la virulencia de la infección, la respuesta inmune del paciente y condiciones asociadas como la obstrucción por fecalito. Un apéndice retrocecal puede causar un dolor más sordo y menos localizado, mientras que un apéndice pélvico puede generar síntomas urinarios o dolor al defecar. Además, en presencia de una perforación precoz el cuadro puede escalar con rapidez hacia una inflamación abdominal difusa y un dolor muy severo.
Signos físicos clásicos: qué buscan los médicos en la exploración
En la exploración física, una serie de maniobras ayudan a orientar hacia apendicitis. El punto de McBurney (aproximadamente un tercio de la distancia entre la espina ilíaca anterosuperior y el ombligo) suele ser doloroso a la palpación cuando la inflamación afecta el peritoneo. Otros signos útiles incluyen el signo de Rovsing (dolor en la fosa ilíaca derecha al presionar la izquierda), el signo del psoas (dolor al flexionar el muslo contra resistencia, útil si el apéndice está retrocecal) y el signo del obturador (dolor con la rotación interna de la cadera, por apéndice pélvico).
Los médicos valoran también la rigidez abdominal, la defensa (contracción involuntaria de los músculos) y la presencia de fiebre. Aunque estas señales son valiosas, ninguna es 100% diagnóstica, por lo que siempre se complementan con pruebas.
Lista de signos físicos a evaluar
- Dolor y sensibilidad en el punto de McBurney
- Signo de Rovsing (dolor en el lado derecho al presionar el izquierdo)
- Signo del psoas (dolor con la extensión pasiva de la cadera)
- Signo del obturador (dolor con rotación interna de la cadera)
- Defensa y rigidez abdominal
- Fiebre y taquicardia
Es conveniente recordar que en fases muy tempranas la exploración puede ser poco llamativa, y que algunos pacientes con apéndice retrocecal o posiciones atípicas pueden no presentar el clásico dolor en la fosa ilíaca derecha.
Pruebas complementarias: de sangre a imagen
En urgencias, el equipo médico suele pedir pruebas básicas para confirmar la sospecha y planificar el tratamiento. Un hemograma puede mostrar leucocitosis (aumento de glóbulos blancos) y una velocidad de sedimentación o PCR elevada, indicadores de inflamación. Sin embargo, estos no son determinantes por sí solos. La ecografía abdominal es una herramienta útil, especialmente en niños y mujeres embarazadas, porque no emplea radiación y puede mostrar un apéndice dilatado, paredes engrosadas y líquido alrededor. La tomografía computarizada (TAC) es más sensible y específica en adultos y suele usarse cuando el diagnóstico no es claro o se sospecha complicación.
Tabla: pruebas frecuentes y lo que pueden mostrar
| Prueba | Qué busca | Ventajas | Limitaciones |
|---|---|---|---|
| Hemograma | Leucocitosis, desviación a la izquierda | Rápido y económico | No específico |
| Proteína C reactiva (PCR) | Inflamación sistémica | Útil para valorar evolución | Puede elevarse por otras causas |
| Ecografía abdominal | Apéndice dilatado, líquido periapendicular | Sin radiación, ideal en embarazadas/niños | Operador-dependiente, menos sensible en adultos obesos |
| TAC abdominal | Confirmación del apéndice inflamado, abscesos | Alta sensibilidad y especificidad | Radiación, no ideal en embarazo |
Diferenciales: qué más puede causar dolor parecido
El abdomen es una región donde muchas condiciones pueden imitar la apendicitis. En mujeres en edad fértil hay que considerar embarazos ectópicos, torsión ovárica, quistes rotos o enfermedad inflamatoria pélvica. En hombres y mujeres por igual, la gastroenteritis, la enfermedad inflamatoria intestinal, los cálculos renales y la diverticulitis (en adultos mayores) pueden presentar dolor en la parte baja del abdomen. En ancianos, un infarto mesentérico o una infección sistémica pueden presentarse con dolor abdominal leve y cambios en el estado general sin el cuadro clásico.
Ante la sospecha de apendicitis siempre se trata de integrar la historia clínica, la exploración y las pruebas; en caso de duda razonable, la consulta quirúrgica es habitual para decidir observar, repetir pruebas o intervenir.
Lista de diagnósticos diferenciales más comunes
- Gastroenteritis
- Enfermedad inflamatoria pélvica
- Quiste ovárico roto o torsión ovárica
- Embarazo ectópico
- Cólicos renales
- Diverticulitis (especialmente en ancianos)
- Enfermedad inflamatoria intestinal (Crohn)
Tratamiento: desde la observación hasta la cirugía
El tratamiento clásico de la apendicitis aguda es la apendicectomía, que puede realizarse por vía abierta o por laparoscopia. La laparoscopia ofrece ventajas como menor dolor postoperatorio, recuperación más rápida y mejor acceso visual para explorar el abdomen. En situaciones seleccionadas, y cuando la inflamación es leve o hay dudas, algunos equipos médicos optan por tratamiento con antibióticos y vigilancia, con resultados favorables en ciertos pacientes; sin embargo, existe riesgo de recurrencia y no siempre es la opción para todos.
Si la apendicitis ha evolucionado a perforación con formación de absceso, puede ser necesaria inicialmente la drenaje percutáneo guiado por imagen y antibióticos, con una apendicectomía diferida en algunos casos. En urgencias, las primeras medidas suelen incluir analgesia adecuada, líquidos y antibióticos intravenosos si se sospecha perforación o se planea cirugía inmediata.
Lista de pasos habituales en el manejo
- Evaluación clínica y pruebas complementarias (sangre, ecografía/TAC)
- Iniciar líquidos y analgesia
- Antibióticos si se sospecha perforación o mientras se planifica cirugía
- Apendicectomía laparoscópica o abierta según caso
- Control postoperatorio y vigilancia de complicaciones
Complicaciones si no se trata: perforación, absceso y peritonitis

Una apendicitis no tratada puede perforar, liberando contenido intestinal al abdomen y causando peritonitis, una inflamación generalizada y grave que puede llevar a sepsis y poner en riesgo la vida. Otra posibilidad es que el cuerpo encapsule la infección formando un absceso, que puede requerir drenaje. La perforación aumenta la complejidad de la cirugía, prolonga la recuperación y eleva la probabilidad de complicaciones como adherencias intestinales en el futuro.
Por eso la rapidez en la evaluación y el tratamiento adecuado son cruciales; la mortalidad asociada a la apendicitis es baja en países con acceso a cirugía, pero sube significativamente cuando el diagnóstico o la atención se retrasan.
Tabla: complicaciones y sus signos
| Complicación | Signos clínicos | Tratamiento típico |
|---|---|---|
| Perforación | Dolor intenso, rigidez abdominal generalizada, fiebre alta | Cirugía de urgencia, antibióticos de amplio espectro |
| Absceso | Fiebre persistente, masa palpable, leucocitosis | Drenaje percutáneo o quirúrgico + antibióticos |
| Peritonitis | Dolor difuso, contractura abdominal, signos de sepsis | Intervención quirúrgica inmediata, soporte vital |
Presentaciones atípicas: cuándo el dolor no sigue la regla
No todos los apéndices se comportan igual. La posición del apéndice puede alterar la localización del dolor: un apéndice retrocecal (por detrás del ciego) puede causar dolor lumbar o en el flanco; uno pélvico puede provocar síntomas urinarios o dolor rectal; en embarazadas el apéndice se desplaza hacia arriba con el crecimiento del útero y el dolor puede localizarse más alto y lateral. Además, los pacientes con diabetes o mayores con sistemas inmunes disminuidos a veces ofrecen síntomas menos claros, sin fiebre ni leucocitosis marcados.
En niños pequeños la exploración puede ser difícil y el cuadro más rápido. En mujeres en edad fértil la correlación con síntomas ginecológicos puede confundir el diagnóstico, por lo que pruebas de embarazo y ecografía pélvica suelen formar parte de la evaluación inicial.
Consejos prácticos sobre presentaciones atípicas
- Si el dolor cambia de sitio o es muy intenso y no mejora, buscar atención urgente.
- En embarazo, informar al médico del estado gestacional para ajustar las pruebas (ecografía vs TAC).
- En ancianos o diabéticos, mantener un alto índice de sospecha incluso con síntomas leves.
- En niños, la observación estrecha y la reevaluación frecuente son claves.
Qué hacer si sospechas una apendicitis: pasos a seguir
Si tú o alguien cercano comienza con dolor alrededor del ombligo que después se localiza en la parte baja derecha, acompañado de náuseas, pérdida de apetito y fiebre, lo prudente es buscar atención médica de urgencia. Evita tomar laxantes o antiinflamatorios potentes sin consultar, ya que pueden enmascarar síntomas y complicar la evaluación. Mientras esperas atención, mantener reposo, hidratarse si se tolera líquidos y evitar ingerir alimentos sólidos puede ser útil.
En el servicio de urgencias te harán una historia clínica completa, exploración física y probablemente pruebas de sangre y una imagen. Si el diagnóstico es claro, se te explicará la necesidad de cirugía o, en casos seleccionados, el tratamiento con antibióticos y vigilancia.
Lista rápida de acciones ante sospecha de apendicitis
- No automedicarse con laxantes.
- Acudir a urgencias si el dolor progresa o se localiza en el cuadrante inferior derecho.
- Llevar historial médico, alergias y medicación actual al ingreso.
- Informar sobre posible embarazo en mujeres en edad fértil.
Mitos y verdades sobre el dolor migratorio de la apendicitis

Hay muchas creencias populares sobre el dolor de apéndice: que siempre comienza en el ombligo, que siempre se deposita exactamente en McBurney, o que la ausencia de fiebre lo descarta. La verdad es más matizada. Si bien el patrón clásico existe y es útil, no todos los casos lo siguen al pie de la letra. La falta de fiebre no excluye apendicitis, la ausencia de leucocitos altos tampoco, y el dolor puede presentarse en localizaciones atípicas. Por eso, la experiencia del médico, la observación y las pruebas complementarias son esenciales para un diagnóstico certero.
Muchos pacientes adquieren información errónea por Internet y eso puede generar ansiedad. Entender la fisiología detrás del dolor ayuda a separar los mitos de la realidad y a tomar decisiones con más calma y sentido.
Tabla resumen: mitos vs realidades
| Mito | Realidad |
|---|---|
| Siempre empieza en el ombligo | Frecuentemente comienza como dolor periumbilical, pero puede variar según posición del apéndice |
| Ausencia de fiebre descarta apendicitis | La fiebre puede estar ausente, especialmente al inicio o en ancianos |
| El dolor siempre es muy intenso desde el principio | Al comienzo puede ser vago y sordo; la intensidad suele aumentar con la irritación peritoneal |
Palabras finales antes de la conclusión: empatía y señales claras
La apendicitis es una condición común, y entender por qué el dolor «se mueve» ayuda a reconocerla pronto. No subestimes el dolor abdominal que cambia de carácter o de ubicación, y busca atención si notas señales de alarma: dolor que empeora, fiebre alta, vómitos persistentes o incapacidad para mantener líquidos. La medicina moderna cuenta con herramientas eficaces para diagnosticar y tratar la mayoría de los casos, y la mayoría de las personas se recuperan completamente tras la intervención. Mantén la calma, comparte claramente tus síntomas con el equipo de salud y confía en la evaluación clínica y las pruebas para tomar decisiones.
Conclusión
La característica migración del dolor en la apendicitis —de alrededor del ombligo hacia el cuadrante inferior derecho— se explica por la transición desde un dolor visceral no localizado, transmitido por fibras nerviosas que conectan con la región periumbilical, hacia un dolor somático bien localizado cuando la inflamación irrita el peritoneo parietal; conocer este mecanismo, junto con los signos físicos clásicos, las pruebas complementarias y las variaciones en presentación según edad, embarazo o posición del apéndice, permite reconocer la afección, actuar con rapidez y reducir el riesgo de complicaciones severas; ante sospecha siempre busque atención médica para una evaluación adecuada y tratamiento oportuno.