Die rektale Untersuchung bei unklarer Diagnose: una mirada respetuosa y esclarecedora

Die rektale Untersuchung bei unklarer Diagnose: una mirada respetuosa y esclarecedora

Содержание
  1. ¿Qué se entiende por "rektale Untersuchung" en medicina y por qué aparece en diagnósticos poco claros?
  2. Indicaciones comunes en casos de diagnóstico incierto
  3. Contraindicaciones y precauciones importantes
  4. La experiencia del paciente: qué esperar y cómo hablarlo
  5. Diagnósticos que frecuentemente se aclaran con el examen rectal
  6. Alternativas y pruebas complementarias
  7. Ética, consentimiento y privacidad: pilares indispensables
  8. Mitos, tabúes y realidades culturales
  9. Consideraciones prácticas para profesionales de la salud
  10. Investigación y evolución histórica: cómo ha cambiado la práctica
  11. Recursos para pacientes y profesionales
  12. Preguntas frecuentes que suelen surgir
  13. Cómo integrar el examen rectal en un enfoque centrado en la persona
  14. Conclusión

La mera mención de una «rektale Untersuchung» puede provocar incomodidad, risas nerviosas o recelo inmediato en muchos pacientes, y no es para menos: es un tema íntimo, rodeado de tabúes culturales y, a veces, de desinformación. Sin embargo, cuando la causa de un dolor, sangrado o cambio en el funcionamiento intestinal no está clara, esta exploración puede ofrecer pistas diagnósticas valiosas que otras pruebas no detectan tan pronto. En este artículo vamos a hablar de forma franca y cercana sobre qué significa este examen en el contexto de una «unclear diagnosis» —cómo se integra en el proceso diagnóstico, qué puede aportar, cuáles son las alternativas y, sobre todo, cómo preservar la dignidad y la confianza del paciente durante todo el proceso—, siempre desde una perspectiva informativa y no técnica, pensada para pacientes y profesionales interesados en comunicación y buenas prácticas.

Es lógico sentir curiosidad y también cierto nerviosismo; por eso es importante que la información circule con claridad y sensibilidad. Vamos a desmitificar lo esencial: cuándo tiene sentido considerar este examen, qué hallazgos pueden orientar el diagnóstico, por qué no siempre es la primera opción y cómo combinarlo con otras pruebas. Este recorrido pretende dotar al lector de un panorama amplio que facilite conversaciones mejor informadas con el equipo sanitario. Mantendré un lenguaje directo y sencillo, con ejemplos, tablas comparativas y listas claras para que puedas usar esta lectura como referencia cuando surja la duda clínica o la preocupación personal.

A lo largo del texto encontraremos apartados sobre indicaciones clínicas, hallazgos frecuentes y su significado, alternativas diagnósticas, la experiencia del paciente y los principios éticos que deben acompañar cualquier intervención física. También discutiremos los límites del examen rectal en contextos de diagnóstico incierto: no es una varita mágica, pero es una herramienta clásica y, a menudo, complementaria que puede acelerar decisiones terapéuticas o derivaciones. Si te interesa saber cómo encaja este examen en el puzzle diagnóstico sin entrar en instrucciones técnicas para realizarlo, sigue leyendo; mi intención es orientar, aclarar y acompañar.

¿Qué se entiende por «rektale Untersuchung» en medicina y por qué aparece en diagnósticos poco claros?

Die rektale Untersuchung bei unklarer Diagnose. ¿Qué se entiende por "rektale Untersuchung" en medicina y por qué aparece en diagnósticos poco claros?
Cuando empleamos la expresión «rektale Untersuchung» hablamos de una evaluación física que se centra en el final del intestino —el recto— y estructuras adyacentes que pueden aportar información sobre sangrados, dolor pélvico, trastornos del tránsito intestinal o alteraciones prostáticas, en el caso de hombres. Aunque el término es alemán, su uso en el contexto clínico internacional refleja un procedimiento conocido y estandarizado en cuanto a su objetivo: obtener datos clínicos directos que no siempre están disponibles mediante imágenes o pruebas de laboratorio.

En situaciones de diagnóstico incierto, donde los síntomas no concuerdan claramente con una sola enfermedad, este examen a menudo aparece en la lista de medidas diagnósticas porque puede revelar signos directos (por ejemplo, sangre oculta, masas palpables o dolor localizado) que orienten rápidamente hacia un diagnóstico más probable. No obstante, su valor depende del contexto clínico: antecedentes del paciente, edad, signos vitales, riesgo de enfermedad grave y resultados de pruebas iniciales. Este examen no es una solución única, sino una pieza más del rompecabezas diagnóstico.

Es importante subrayar que su utilidad es mayor cuando se integra con la historia clínica completa y con otras pruebas complementarias. En muchos casos, el resultado del examen rectal decide si se procede a pruebas endoscópicas, a imágenes o a manejo conservador y seguimiento. Aun así, no todas las situaciones requieren este examen; la decisión debe basarse en criterios clínicos claros y en el respeto por la voluntad del paciente.

¿Qué puede aportar el examen rectal en un diagnóstico poco claro?

El examen rectal puede aportar varias categorías de información: presencia de sangre oculta o fresca, consistencia de heces, sensibilidad o dolor a la palpación, presencia de masas o irregularidades en la pared rectal, y en el caso de los varones, tensión o tamaño prostático. Cada uno de estos hallazgos tiene implicaciones concretas que pueden acortar el camino diagnóstico: por ejemplo, detectar sangre fresca puede justificar una derivación urgente a endoscopia, mientras que una masa palpable orienta hacia la necesidad de imágenes más detalladas o biopsia.

Más allá de los hallazgos directos, el examen también puede proporcionar señales sobre la necesidad de medidas inmediatas, como estabilizar una hemorragia, o de estrategias diferidas, como vigilancia estrecha cuando no se hallan signos alarmantes. En algunos casos, el examen rectal es la primera puerta de acceso para detectar una patología que, de otro modo, requeriría pruebas más complejas y costosas.

No obstante, su sensibilidad y especificidad no son absolutas: un examen normal no excluye enfermedades profundas ni sustituye a pruebas como la colonoscopia o la resonancia en determinados contextos. Su valor real reside en su capacidad de informar decisiones rápidas y prácticas cuando la presentación clínica no es concluyente.

Limitaciones y precauciones: ¿qué no puede hacer el examen rectal?

Hay límites claros que conviene enfatizar. El examen rectal no reemplaza pruebas diagnósticas definitivas para muchas enfermedades: no detecta con seguridad lesiones de colon proximal, no determina la extensión exacta de un tumor ni sustituye a pruebas microbiológicas, genéticas o inmunológicas. Además, su sensibilidad depende de la experiencia del profesional y de factores anatómicos y fisiológicos del paciente.

También existen situaciones en que el examen está contraindicado o debe posponerse, como en pacientes con dolor intolerable, inestabilidad hemodinámica sin control previo, o con lesiones perianales agudas severas donde la manipulación podría empeorar el cuadro. En todos los casos, la decisión de realizarlo debe considerar el equilibrio entre beneficio diagnóstico y riesgo o molestia para la persona.

Por último, no hay que subestimar el impacto psicológico: realizar un examen invasivo sin explicación adecuada puede dañar la relación médico-paciente y generar rechazo a futuras consultas. La comunicación previa, el consentimiento informado y la preservación de la intimidad son imprescindibles.

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Indicaciones comunes en casos de diagnóstico incierto

Cuando los síntomas son vagos o multifactoriales, el examen rectal puede estar indicado en varias situaciones clínicas. A continuación se listan las indicaciones más frecuentes, siempre con la salvedad de que la evaluación individual por un profesional de la salud es crucial para decidir su pertinencia.

  • Sangrado rectal o hematoquecia de origen no aclarado por la historia clínica.
  • Dolor abdominal o pélvico de causa incierta, con sospecha de origen rectal o prostático.
  • Cambios recientes en el ritmo intestinal (estreñimiento o diarrea) que no se explican por causas evidentes.
  • Sospecha de masa pélvica o absorción hace pensar en patología rectal o prostática.
  • Evaluación inicial de pacientes con pérdida de peso inexplicada y síntomas digestivos.
  • Control de antecedentes de cáncer colorrectal cuando las pruebas no son concluyentes.

Cada una de estas indicaciones puede llevar al examen como una medida rápida de evaluación, pero la decisión siempre deberá sopesar también el estado general del paciente y otras pruebas ya realizadas. No se trata de un examen ritual; su uso debe ser racional y centrado en mejorar la atención.

Tabla: Indicaciones, hallazgos posibles y acciones subsecuentes

Indicación clínica Hallazgos posibles Acción subsecuente sugerida
Sangrado rectal Sangre fresca, sangre oculta, heces con moco Derivación a endoscopia, pruebas de laboratorio, vigilancia según estabilidad
Dolor pélvico/dolor rectal Dolor localizado, masa, espasmo anal Imagenología, valoración proctológica u obstétrica, analgesia y seguimiento
Alteración del tránsito intestinal Heces duras, impactación, ausencia de contenido Manejo del estreñimiento, estudios funcionales, posibles pruebas endoscópicas
Sospecha prostática Tamaño aumentado, consistencia anómala (según examen digital) Pruebas prostáticas complementarias, derivación urológica, imágenes
Seguimiento oncológico Tumor palpable, irregularidades, sangrado Biopsia, estadificación por imagen, planificación terapéutica

Esta tabla resume escenarios frecuentes, pero no sustituye juicios clínicos individuales. Cada hallazgo requiere valorar urgencia, riesgo y comunicación transparente con el paciente.

Contraindicaciones y precauciones importantes

No todos los pacientes son candidatos automáticos para un examen rectal; hay situaciones que o bien lo contraindican o exigen una preparación especial y máxima cautela. Algunas de estas situaciones son por riesgo de empeorar la lesión, por dolor agudo o por potenciales complicaciones que harían que la exploración no fuera segura o ética en ese momento.

Entre las precauciones más relevantes se incluyen la presencia de trauma perineal reciente, hemorragia rectal masiva sin control previo, alteraciones de la coagulación no corregidas, o infecciones locales agudas muy inflamatorias. También es necesario considerar el estado emocional: una persona con ansiedad extrema o con antecedentes de abuso sexual puede necesitar un abordaje interdisciplinario antes de someterse a cualquier examen íntimo.

La comunicación explícita del objetivo del examen, su carácter voluntario y la posibilidad de retirarse en cualquier momento son medidas indispensables para respetar la autonomía del paciente. Si el examen se percibe como coercitivo, se pierde su valor clínico y ético.

Lista de señales que aconsejan postergar o evitar el examen

  • Inestabilidad hemodinámica sin control (por ejemplo, shock o hemorragia activa severa).
  • Traumatismo perineal o genital reciente con riesgo de empeorar la lesión.
  • Coagulopatía grave no corregida o anticoagulación sin posibilidad de adaptación según riesgo.
  • Infección local aguda severa que podría extenderse con la manipulación.
  • Paciente no consentidor o incapacitado sin representante que autorice de forma adecuada.

En estos casos, la prioridad es estabilizar, explicar alternativas y coordinar una estrategia diagnóstica que respete la seguridad física y emocional.

La experiencia del paciente: qué esperar y cómo hablarlo

Muchos temores se disipan cuando la información circula con claridad. Es fundamental que el paciente sepa por qué se sugiere el examen, cuáles son sus posibles resultados y cómo podrían cambiar las decisiones terapéuticas. Explicar los objetivos en términos sencillos —por ejemplo, «queremos ver si hay sangrado o una masa que esté causando sus síntomas»— ayuda a que la persona entienda el propósito y no lo interprete como una intromisión gratuita.

La experiencia física suele ser breve y, aunque incómoda para algunos, no debe ser innecesariamente dolorosa. Si el paciente siente dolor intenso, el profesional debe detenerse y comunicar las opciones: suspender, posponer o derivar a otro recurso. La confianza se construye con la escucha activa, con respuestas a las preguntas y con mantener la privacidad en todo momento.

Para muchas personas, compartir miedos con familiares o con el profesional de salud mejora la vivencia. También es válido solicitar un acompañante en la sala de espera o pedir que el procedimiento sea realizado por un profesional de determinado sexo, si eso contribuye a mayor comodidad y no afecta la calidad asistencial.

Consejos prácticos para pacientes (informativos, no técnicos)

  • Pide que te expliquen de forma clara por qué recomiendan el examen y qué información esperan obtener.
  • Expresa tus límites: si no quieres que el examen se haga en ese momento, tienes derecho a decirlo.
  • Si te incomoda, pide pausas o explicaciones durante la exploración; la comunicación es clave.
  • Consulta sobre alternativas si no deseas este examen; a veces hay otras pruebas que pueden complementar o reemplazar.
  • Lleva acompañante si te ayuda a sentirte más seguro; aunque el examen siempre se realiza en privacidad, un acompañante puede apoyar emocionalmente antes y después.

Estos consejos buscan empoderar al paciente en su relación con el equipo de salud y prevenir situaciones de vulnerabilidad.

Diagnósticos que frecuentemente se aclaran con el examen rectal

El examen rectal puede orientar hacia varios diagnósticos que a menudo son la causa de síntomas inespecíficos. Enumeraré algunos con sus asociaciones clínicas generales, siempre recordando que un hallazgo guía pero no confirma por completo una enfermedad sin pruebas adicionales.

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Una causa muy habitual de sangrado rectal son las hemorroides y las fisuras anales. Estas condiciones pueden producir sangre visible en papel higiénico o en el inodoro y, en etapas específicas, generan dolor localizado. En otros casos, el sangrado puede venir de lesiones más internas como pólipos o tumores; la palpación de una masa sospechosa en el recto cambia la prioridad diagnóstica y conduce a estudios endoscópicos.

En hombres, el examen digital a través de la pared rectal ofrece información sobre la próstata: si está aumentada de tamaño o con una consistencia anormal puede orientar hacia enfermedades prostáticas que requieren evaluación adicional. No obstante, los resultados deben interpretarse junto con pruebas de laboratorio y exámenes de imagen.

También se pueden detectar signos de impactación fecal, que produce síntomas de estreñimiento crónico, dolor abdominal y malestar general; en estos casos, el examen puede indicar la necesidad de manejo específico para aliviar la retención. Por último, condiciones inflamatorias como la enfermedad inflamatoria intestinal pueden tener signos locales en el examen rectal, aunque su diagnóstico final suele depender de endoscopia y biopsia.

Tabla: Hallazgos y posibles diagnósticos asociados

Hallazgo Diagnósticos más probables
Sangre fresca en heces o en el guante Hemorroides, fisura anal, lesiones anales, lesiones de colon distal
Masa palpable en la luz rectal Tumor rectal, pólipo grande, prolapso avanzado
Heces duras o impactación Estreñimiento severo, megacolon en etapas crónicas
Secreción purulenta o moco Enfermedad inflamatoria intestinal, infecciones anorrectales
Prostata aumentada o nodular (en hom/boys) Hiperplasia prostática benigna, prostatitis, neoplasia prostática

Estos emparejamientos no son definitivos; indican patrones que requieren confirmación con pruebas específicas.

Alternativas y pruebas complementarias

Die rektale Untersuchung bei unklarer Diagnose. Alternativas y pruebas complementarias
Si el examen rectal no es posible, no deseado o insuficiente para aclarar la causa de la dolencia, existen múltiples alternativas que permiten obtener información diagnóstica. Algunas de estas pruebas son menos invasivas y otras más complejas: la elección depende del cuadro clínico, la urgencia y la disponibilidad.

Entre las alternativas destacadas se encuentran la colonoscopia, la sigmoidoscopia, pruebas de sangre oculta en heces, resonancia magnética pélvica, tomografía computarizada, ecografía transperineal o transrectal (según sospecha) y análisis de laboratorio específicos. Cada técnica tiene ventajas y limitaciones: por ejemplo, la colonoscopia permite una visualización directa y toma de biopsias, mientras que una prueba de sangre oculta es menos invasiva pero menos específica.

La decisión sobre la alternativa adecuada suele basarse en el riesgo de enfermedad grave, la capacidad del paciente para tolerar procedimientos, y la necesidad de obtener una muestra dirigida para diagnóstico histológico. En ocasiones, el examen rectal complementa estas pruebas y ayuda a priorizarlas.

Tabla comparativa: pruebas complementarias

Prueba Ventaja Limitación
Colonoscopia Visualización directa y toma de biopsias Requiere preparación, sedación y recursos
Prueba de sangre oculta en heces No invasiva, útil como cribado Sensibilidad limitada, falsos positivos/negativos
Resonancia magnética pélvica Excelente detalle de tejidos blandos Costosa y menos accesible en algunos contextos
Ecografía transrectal Buena para evaluación prostática y lesiones locales Operador-dependiente, más útil en situaciones específicas
Tomografía computarizada Rápida, útil en urgencias Menos detallada para mucosa; exposición a radiación

La elección combina evidencia clínica, seguridad y preferencias del paciente. No hay una solución única adecuada para todos.

Ética, consentimiento y privacidad: pilares indispensables

En cualquier intervención que implique una exploración íntima, los principios éticos cobran un peso especial. El consentimiento informado no es un formalismo: es un proceso comunicativo donde se explica el propósito del examen, las alternativas, los riesgos y el derecho a rechazarlo. El profesional debe asegurarse de que la persona comprende la información y que su decisión es voluntaria.

La privacidad física y emocional también es clave: ofrecer un entorno adecuado, posibilitar la presencia de un acompañante cuando sea pertinente y garantizar que la exploración se haga con respeto y sin prisa son medidas que reducen la sensación de vulnerabilidad. Además, registrar de forma clara el consentimiento y los motivos clínicos en la historia clínica protege tanto al paciente como al profesional.

Finalmente, en situaciones de vulnerabilidad emocional o cuando existen sospechas de abuso, el abordaje debe ser interdisciplinario, con la participación de servicios sociales o psicológicos según corresponda.

Buenas prácticas en comunicación antes y después del examen

  • Explicar con palabras sencillas el objetivo y los posibles resultados del examen.
  • Pedir permiso explícito antes de comenzar y recordar que el paciente puede detener el procedimiento en cualquier momento.
  • Informar sobre alternativas y por qué se opta por esta vía diagnóstica.
  • Ofrecer un resumen verbal y escrito de los hallazgos y los pasos siguientes tras la exploración.
  • Facilitar el acceso a apoyo psicológico si el procedimiento genera angustia significativa.

Una buena comunicación no sólo mejora la experiencia del paciente, sino que también facilita mejores resultados clínicos y adherencia a las recomendaciones.

Mitos, tabúes y realidades culturales

Las respuestas emocionales ante un examen rectal están mediadas por creencias culturales, educación y experiencias previas. Muchas personas asocian la exploración con vergüenza o deshonor, lo que puede retrasar la búsqueda de atención y empeorar el pronóstico en enfermedades que se benefician de un diagnóstico precoz. Combatir mitos implica normalizar la conversación: este examen es una herramienta médica, no un juicio moral.

Otra creencia común es que el examen siempre será doloroso o humillante; la realidad es que con buena comunicación y respeto, la mayoría de las personas lo tolera razonablemente y lo percibe como un paso útil para esclarecer su problema de salud. Aun así, los profesionales deben ser sensibles a diferencias culturales y ofrecer alternativas cuando existan opciones diagnósticas válidas.

Promover la educación en salud sobre signos de alarma y la utilidad de exámenes cuando están indicados ayuda a reducir la estigmatización y mejora la toma oportuna de decisiones.

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Consideraciones prácticas para profesionales de la salud

Para quienes trabajan en atención clínica, el enfoque debe combinar competencia técnica, ética y habilidad comunicativa. Antes de proponer un examen rectal, conviene revisar la historia clínica, evaluar riesgos y discutir claramente con el paciente la indicación y las alternativas. Registrar el proceso de consentimiento y los hallazgos de forma clara en la historia es una práctica imprescindible.

Los profesionales también deben estar atentos a sus propias actitudes: evitar la prisa y las expresiones que invaliden el nerviosismo del paciente ayuda a generar confianza. Si la exploración no es concluyente, comunicarlo con honestidad y explicar los pasos siguientes mantiene la transparencia.

Además, es útil colaborar con equipos multidisciplinares —urología, gastroenterología, cirugía, psicología— cuando el cuadro sea complejo o cuando la persona requiera soporte emocional adicional.

Lista rápida para la práctica clínica basada en respeto

  • Revisar indicaciones y alternativas antes de proponer el examen.
  • Explicar claramente el propósito, riesgos y opciones (consentimiento informado).
  • Mantener privacidad y calma; permitir que el paciente exprese dudas y límites.
  • Registrar hallazgos y plan de acción en la historia clínica.
  • Derivar o solicitar pruebas complementarias según el contexto y los hallazgos.

Estas pautas favorecen decisiones clínicas más seguras y una mejor experiencia del paciente.

Investigación y evolución histórica: cómo ha cambiado la práctica

La evaluación rectal es una práctica antigua que ha evolucionado con la tecnología y con los cambios en la sensibilidad social. Hace décadas dependía casi exclusivamente de la exploración física; hoy se integra con pruebas de imagen, endoscopias y biomarcadores que aumentan la precisión diagnóstica. Sin embargo, su utilidad clínica persiste porque proporciona información puntual y directa en contextos donde otras pruebas pueden tardar o no estar disponibles.

Las investigaciones actuales tienden a estudiar la precisión diagnóstica del examen en distintas patologías, su correlación con hallazgos endoscópicos y la manera en que su uso influye en decisiones de manejo. También hay interés en cómo la formación en comunicación y en competencias culturales mejora la aceptación del procedimiento por parte de los pacientes.

En definitiva, la práctica sigue siendo relevante, pero su aplicación moderna exige sensibilidad ética, evidencia y enfoque colaborativo.

Recursos para pacientes y profesionales

Para quienes buscan más información confiable, existen guías clínicas de sociedades científicas en gastroenterología y urología que detallan indicaciones y recomendaciones actualizadas. Además, muchas instituciones de salud pública ofrecen material educativo dirigido a pacientes que explica signos de alarma y procedimientos diagnósticos habituales.

Buscar fuentes basadas en evidencia y evitar foros no verificados es una buena práctica. Conversar directamente con el profesional de confianza y solicitar material explicativo escrito o enlaces a recursos oficiales ayuda a aclarar preguntas y preparar mejor la consulta.

Preguntas frecuentes que suelen surgir

En este apartado trataré de responder de forma clara algunas inquietudes habituales, manteniendo un enfoque informativo y general, sin sustituir la orientación personalizada del profesional de salud.

– ¿Siempre es necesario si hay sangrado? No siempre; a veces otras pruebas o la historia clínica son suficientes, pero en muchos casos el examen aporta información rápida que orienta la conducta.
– ¿Es doloroso? La mayoría de las personas lo tolera con cierta incomodidad; si hay dolor intenso, debe notificarse para detener el procedimiento.
– ¿Pueden hacer daño? Realizado de forma adecuada por profesionales, el riesgo es bajo; sin embargo, en condiciones específicas (trauma, coagulopatía) puede ser perjudicial y debe evitarse.
– ¿Existen alternativas? Sí: pruebas de heces, colonoscopia, imágenes; la elección depende del contexto.
– ¿Qué significa un examen normal? Que no se encontraron signos aparentes en la exploración digital; no excluye patologías más profundas que requieran pruebas complementarias.

Estas respuestas sirven como guía inicial; ante dudas personales, la mejor opción es hablar con el equipo de salud responsable.

Cómo integrar el examen rectal en un enfoque centrado en la persona

El objetivo final de cualquier examen es mejorar la salud del paciente respetando su dignidad. Integrar la valoración rectal en un enfoque centrado en la persona implica explicar, consensuar, adaptar y acompañar. No es una medida aislada; forma parte de un proceso diagnóstico y terapéutico que debe ser comprensible para la persona a la que afecta.

Tener en cuenta factores psicosociales, ofrecer alternativas y planificar el seguimiento son acciones que humanizan la medicina y aumentan la confianza. Asimismo, documentar y comunicar los resultados de forma sensible facilita la continuidad asistencial y la toma de decisiones compartida.

En la práctica diaria, esto se traduce en priorizar la comunicación, respetar límites y combinar prudencia clínica con empatía.

Conclusión

Die rektale Untersuchung bei unklarer Diagnose. Conclusión
La «rektale Untersuchung» en el contexto de una diagnóstico incierto es una herramienta clínica antigua pero aún relevante que, cuando se usa con criterio, respeto y comunicación clara, puede aportar información clave para orientar el manejo rápido y adecuado de problemas como sangrado, dolor pélvico, alteraciones del tránsito y sospechas prostáticas o tumores rectales; no obstante, tiene límites diagnósticos y no debe considerarse una intervención rutinaria sin fundamentación, pues su realización exige consentimiento informado, consideración de contraindicaciones, alternativas diagnósticas y atención a la experiencia emocional del paciente, por lo que su elección y su interpretación deben formar parte de un proceso diagnóstico integral, compartido y centrado en la persona.

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