¿Es apéndice o solo un dolor de barriga? Cómo diferenciarlos sin perder la calma

¿Es apéndice o solo un dolor de barriga? Cómo diferenciarlos sin perder la calma

Содержание
  1. Entendiendo la apéndice: anatomía y por qué duele
  2. Cómo comienza el dolor en apendicitis: patrones típicos y primeros síntomas
  3. Signos físicos que ayudan a diferenciar: maniobras clínicas y su significado
  4. Pruebas de laboratorio e imagen: qué piden y por qué
  5. Dolor en niños, ancianos y embarazadas: cuando la presentación cambia
  6. Diferenciales importantes: otras causas que imitan apendicitis
  7. Qué hacer en casa mientras decides si ir a urgencias
  8. Cómo hablan los médicos: términos y decisiones comunes en urgencias
  9. Mitos y verdades sobre la apendicitis
  10. Historias reales y recomendaciones prácticas (cómo contar tu dolor en urgencias)
  11. Prevención y cuidados a largo plazo
  12. Conclusión

Cuando sentimos un pinchazo en la barriga, esa inquietud aparece de inmediato: ¿será algo serio o simplemente una indigestión pasajera? Esa duda es común y comprensible, porque el dolor abdominal puede tener infinidad de causas, desde algo tan banal como comer algo que no cayó bien hasta condiciones que requieren cirugía urgente, como la apendicitis. En este artículo te hablaré con calma, paso a paso y en lenguaje claro, sobre cómo diferenciar el dolor de apéndice de un dolor abdominal común, qué señales conviene no ignorar y cuándo es imprescindible buscar atención médica. Voy a acompañarte por la anatomía básica, los síntomas típicos y atípicos, las maniobras que suelen utilizar los médicos, las pruebas que ayudan a decidir y las situaciones especiales (niños, embarazadas, ancianos). Quiero que al terminar tengas herramientas prácticas para evaluar una situación y saber qué hacer sin entrar en pánico, porque la información clara convierte la ansiedad en acción responsable.

Antes de empezar, una advertencia amable: este texto es informativo y no sustituye la valoración médica. Si el dolor es intenso, progresivo, está acompañado de vómitos persistentes, fiebre alta, desorientación, incapacidad para caminar o signos de shock (palidez, sudor frío, pulso débil), acude de inmediato a urgencias. Lo que aprenderás aquí te ayudará a entender mejor la situación y a comunicar los síntomas con más precisión al profesional que te atienda.

Entendiendo la apéndice: anatomía y por qué duele

El apéndice es un tubito pequeño y estrecho adherido al intestino grueso, más exactamente al ciego, que se encuentra en la parte inferior derecha del abdomen. Su tamaño y posición exacta pueden variar entre personas: en algunas personas el apéndice apunta hacia abajo, en otras hacia atrás o hacia el lado, y en ocasiones se encuentra más alto o más bajo de lo que uno imagina. Esta variabilidad explica por qué el dolor de apendicitis no siempre se siente en el mismo lugar y por qué algunas presentaciones son “atípicas”. Entender esta anatomía nos ayuda a interpretar por qué el dolor puede empezar alrededor del ombligo y luego trasladarse, o por qué puede confundirse con dolor pélvico en mujeres o con dolor lumbar si el apéndice está más hacia atrás.

Cuando el apéndice se inflama (apendicitis), el mecanismo habitual implica obstrucción de su luz por un fragmento de materia fecal, linfa o incluso por hiperplasia de tejido linfoide, lo que provoca proliferación bacteriana, inflamación y, si progresa, compromiso de la circulación local y perforación. Esa progresión explica por qué el dolor evoluciona en intensidad y por qué aparecen otros signos como fiebre o sensibilidad localizada. Es importante recordar que el tiempo es un factor: la apendicitis usualmente progresa en horas, por eso la evolución rápida del dolor o el empeoramiento en el transcurso de uno o dos días merece mucha atención.

Además, la sensibilidad del peritoneo parietal (la membrana que recubre la pared abdominal) es distinta a la del peritoneo visceral (la que envuelve los órganos), y esa diferencia explica la típica migración del dolor que veremos más adelante. El dolor visceral tiende a ser difuso y mal definido; cuando la inflamación irrita el peritoneo parietal, el dolor se vuelve más intenso y localizado, por lo general hacia la fosa iliaca derecha (parte inferior derecha del abdomen).

Cómo comienza el dolor en apendicitis: patrones típicos y primeros síntomas

La presentación clásica de la apendicitis suele comenzar con un dolor alrededor del ombligo o en la región central del abdomen, de carácter sordo y difuso, que luego se traslada hacia la parte inferior derecha en un plazo de horas. Ese cambio de localización es uno de los indicadores más característicos, aunque no está presente en todos los casos. A medida que el proceso inflamatorio avanza y compromete el peritoneo parietal, el dolor se hace más agudo y el paciente suele localizarlo con un dedo, señalando la fosa iliaca derecha como el punto más doloroso. Es frecuente que el dolor aumente con movimientos, tos o al presionar la zona.

Los primeros síntomas pueden incluir además pérdida de apetito (anorexia), náuseas y a veces vómitos. No todos los pacientes tienen fiebre al inicio; la temperatura puede elevarse conforme progresa la inflamación. También puede haber estreñimiento o incapacidad para expulsar gases, aunque esto no es exclusivo de la apendicitis. Otro dato muy útil es la progresión: en apendicitis, los síntomas suelen empeorar con el tiempo, en contraste con muchas causas benignas de dolor abdominal que tienden a mejorar o fluctuar sin una clara tendencia al empeoramiento continuo.

En resumen, los signos de inicio que deben alertar son: dolor abdominal que empieza de forma vaga en la región central y se traslada al cuadrante inferior derecho, aumento progresivo del dolor, aparición de fiebre y náuseas o vómitos. Sin embargo, no todos los casos son clásicos; por eso es crucial conocer presentaciones atípicas y otros trastornos que imitan la apendicitis.

Dolor abdominal común: características que lo diferencian

El dolor abdominal común incluye causas muy variadas: indigestión, gastroenteritis viral, gases, cólico biliar leve, cólico renal inicial, estreñimiento o incluso dolor referido desde la espalda. Por lo general, estos dolores suelen tener características menos dramáticas: aparecen tras una comida copiosa, están asociados a diarrea o flatulencia, mejoran con el reposo o con la expulsión de gases, o cambian de intensidad de forma irregular. En muchas ocasiones el dolor es difuso o mal localizado, sin migración clara ni focalización en la fosa iliaca derecha.

Un punto clave es la relación con otros síntomas: la gastroenteritis suele acompañarse de diarrea y malestar general, y la indigestión mejora con antiácidos o con tiempo. El dolor por gases suele aliviarse con movimientos o con la expulsión de esos gases; el estreñimiento tiene un patrón cronológico y suele asociarse a falta de evacuación o esfuerzo intestinal. En contraste, el dolor de la apendicitis empeora progresivamente y no se alivia con medidas caseras simples.

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También es útil considerar la intensidad: un dolor abdominal leve y oscilante que no limita la actividad puede ser menos preocupante; pero un dolor persistente y creciente que obliga al paciente a quedarse quieto merece evaluación urgente. Dicho esto, hay excepciones y por eso es importante no minimizar dolores intensos o aquellos que se acompañan de signos sistémicos como fiebre o deshidratación.

Signos físicos que ayudan a diferenciar: maniobras clínicas y su significado

En la exploración física, los médicos realizan varias maniobras que ayudan a sospechar apendicitis, aunque ninguna es 100% específica. La palpación intensa de la zona donde duele, la detección de defensa muscular (rigidez) y la reproduccion del dolor con ciertos movimientos son pistas valiosas. Entre las maniobras más conocidas están el signo de McBurney (dolor y sensibilidad máxima en un punto entre el ombligo y la cresta iliaca derecha), el signo de Rebón (sensibilidad a la palpación profunda) y maniobras como el signo de Rovsing, el psoas y el obturador, que evalúan la irritación del peritoneo según la posición del apéndice.

El signo de Rovsing consiste en palpar el cuadrante inferior izquierdo, lo que provoca dolor en el cuadrante derecho si la apendicitis está presente; se basa en el desplazamiento de intestino que tensa el peritoneo derecho. El signo del psoas se explora pidiendo al paciente que flexione la cadera o que resista la extensión de la misma; el dolor sugiere un apéndice retrocecal que irrita al músculo psoas. El signo del obturador se busca con rotación interna de la cadera flexionada; si esto provoca dolor, puede indicar una localización pélvica del apéndice.

Estos signos ayudan a orientar, pero es importante recordar que técnicas de imagen y análisis de sangre suelen ser necesarios para confirmar la sospecha. En la práctica, el conjunto de datos —historia clínica, evolución, signos físicos y pruebas complementarias— es lo que guía la decisión de operar o no.

Tablas de comparación: apendicitis vs dolor abdominal común

Característica Apendicitis Dolor abdominal común
Inicio del dolor Generalmente comienza difuso alrededor del ombligo y migra a la fosa iliaca derecha en horas Varía: tras comida, con gases, diarrea, o intermitente
Progresión Empeora progresivamente en horas a días Suele mejorar o fluctuar, no empeora de forma sostenida
Localización Fosa iliaca derecha (frecuente), aunque puede ser atípico Difusa, superior, central o relacionada con intestino
Acompañado de fiebre Frecuente, sobre todo si avanza Poco frecuente salvo infección sistémica
Náuseas y vómitos Comunes, suelen seguir al dolor Comunes en gastroenteritis; en indigestión pueden acompañar
Respuesta a medidas caseras Pobre o nula Suele mejorar con antiácidos, reposo, laxantes o expulsión de gases

Esta tabla resume diferencias típicas, pero siempre hay excepciones. La presencia de dolor típico y signos de irritación peritoneal junto con fiebre y alteración de pruebas de laboratorio eleva la probabilidad de apendicitis. En caso de duda, la valoración médica e imagenología son determinantes.

Pruebas de laboratorio e imagen: qué piden y por qué

¿Cómo diferenciar el dolor de apéndice de un dolor abdominal común?. Pruebas de laboratorio e imagen: qué piden y por qué
Cuando la historia clínica y la exploración física sugieren apendicitis, los médicos suelen solicitar pruebas que confirmen la inflamación y evalúen la extensión. Un hemograma puede mostrar leucocitosis (aumento de glóbulos blancos) con predominio de neutrófilos, que sugiere infección o inflamación aguda. La proteína C reactiva (PCR) es otro marcador inflamatorio que se eleva en procesos agudos. Sin embargo, ambos pueden ser normales al inicio, por lo que su valor depende del contexto y de la evolución temporal.

En cuanto a imagen, el ultrasonido abdominal es una primera opción en muchos centros, especialmente en niños y embarazadas, porque no implica radiación. Un examen ecográfico puede mostrar un apéndice dilatado, paredes engrosadas y aumento del flujo en la región inflamada, o la presencia de líquido libre o absceso. No obstante, el ultrasonido depende de la experiencia del operador y de la anatomía del paciente. La tomografía computarizada (TAC) abdominal con contraste tiene alta sensibilidad y especificidad y es la prueba más utilizada en adultos cuando la apendicitis no está clara; permite visualizar el apéndice inflamado y complicaciones como perforación o absceso. En embarazadas se valora la resonancia magnética (RM) abdominal como alternativa a la TAC para evitar radiación, si está disponible.

En resumen, no hay una única prueba definitva en todos los casos: la combinación de síntomas, signos, laboratorio e imagen es la que define el diagnóstico y la necesidad de intervención. Si la imagen muestra un apéndice inflamado o complicaciones, la cirugía es la opción más frecuente; en algunos casos seleccionados y bajo control médico, el tratamiento con antibióticos puede considerarse, pero esto depende de protocolos y de la evolución clínica.

Comparación rápida de pruebas

  • Hemograma: útil para detectar leucocitosis, indicador de inflamación.
  • Proteína C reactiva: aumenta con inflamación, útil en seguimiento.
  • Ecografía: primera opción en niños y embarazadas; operadordependiente.
  • TAC abdominal: alta precisión en adultos, detecta complicaciones.
  • RMN: alternativa en embarazadas o cuando se desea evitar radiación.

Si te hallas en urgencias, describir claramente la evolución del dolor (horas, intensidad, migración), los síntomas acompañantes (fiebre, vómitos, diarrea) y antecedentes (cirugías previas, embarazo) ayudará al equipo a decidir qué pruebas realizar con mayor rapidez.

Dolor en niños, ancianos y embarazadas: cuando la presentación cambia

Los grupos especiales a menudo presentan signos menos típicos o retrasados. En niños, la apendicitis puede progresar más rápidamente y la comunicación de los síntomas es más limitada. Los niños pequeños pueden mostrar irritabilidad, llanto inconsolable, rechazo a la alimentación o rigidez corporal en lugar de describir el dolor. Por eso, en pediatría se requiere un alto índice de sospecha: fiebre, vómitos persistentes y dolor abdominal focalizado, aunque sea difícil de localizar, deben motivar evaluación urgente. Además, el riesgo de perforación es mayor cuando la atención se demora.

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En ancianos, la respuesta inflamatoria puede ser atenuada y los signos clásicos como fiebre o leucocitosis pueden estar poco marcados. El dolor puede ser menos localizado y la presentación más insidiosa, lo que aumenta el riesgo de diagnóstico tardío y de complicaciones. En adultos mayores con dolor abdominal nuevo, una valoración exhaustiva y, a menudo, pruebas de imagen tienen mayor importancia para evitar retrasos en el tratamiento.

En embarazadas, la anatomía cambia con el crecimiento del útero: el apéndice puede desplazarse hacia arriba y hacia afuera, lo que altera la localización del dolor (puede sentirse en el epigastrio o en la parte alta del abdomen). Además, algunos exámenes como la TAC se prefieren evitar por la radiación; por ello se recurre a ecografía y resonancia magnética cuando es posible. Las náuseas y vómitos del embarazo pueden enmascarar síntomas, por lo que la valoración médica temprana es fundamental.

Consejos prácticos para padres y cuidadores

  • En niños: si el dolor abdominal se localiza, empeora con el tiempo o va acompañado de fiebre y vómitos, busque atención médica rápidamente.
  • En ancianos: cualquier dolor abdominal nuevo que no cede merece evaluación; no asuma que es sólo «indigestión».
  • En embarazadas: informe siempre al médico sobre dolor abdominal nuevo; pida valoración obstétrica y, si procede, imágenes seguras como ecografía o RM.

La atención temprana salva complicaciones; por ello, en estos grupos la umbral para consultar debe ser más bajo que en adultos jóvenes sanos.

Diferenciales importantes: otras causas que imitan apendicitis

La apendicitis puede confundirse con muchas condiciones, y reconocerlas ayuda a evitar diagnósticos erróneos. Entre las causas más frecuentes de dolor abdominal derecho o difuso que se confunden con apendicitis están la gastroenteritis, la enfermedad inflamatoria intestinal, cólicos biliarios, litiasis renal, quistes ováricos, torsión ovárica, embarazo ectópico, enfermedad pélvica inflamatoria y enfermedades urológicas. Además, en mujeres en edad reproductiva, las patologías ginecológicas deben considerarse siempre frente a un dolor abdominal bajo.

Un ejemplo típico: una mujer joven con dolor en la parte baja del abdomen puede tener apendicitis, pero también un embarazo ectópico o una torsión ovárica, condiciones que pueden poner en riesgo la vida reproductiva y requieren atención inmediata. Por tanto, la historia menstrual, uso de anticonceptivos, posibilidad de embarazo y pruebas como test de embarazo en orina o sangre son esenciales en la valoración inicial.

Otra condición que puede presentar dolor en cuadrante inferior derecho es la diverticulitis del ciego, más frecuente en adultos mayores, y que puede imitar la apendicitis. Los cálculos renales pueden provocar dolor que irradia hacia la ingle y se acompaña de hematuria. La enfermedad inflamatoria intestinal suele presentar diarrea crónica y pérdida de peso junto al dolor. Por eso, la orientación diagnóstica depende de la anamnesis completa y de pruebas complementarias adecuadas.

Lista de diagnósticos diferenciales a considerar

  • Gastroenteritis
  • Enfermedad inflamatoria intestinal (Crohn, colitis ulcerosa)
  • Cólicos renales (litiasis)
  • Patologías ginecológicas: torsión ovárica, quiste roto, embarazo ectópico
  • Diverticulitis del ciego
  • Enfermedad pélvica inflamatoria
  • Hernia incarcerada
  • Úlcera péptica o reflujo con dolor irradiado

Cada uno de estos diagnósticos tiene particularidades en la historia clínica y en las pruebas que ayudan a diferenciarlos, por lo que la evaluación por un profesional es clave para seleccionar las exploraciones correctas.

Qué hacer en casa mientras decides si ir a urgencias

Si el dolor es leve y no hay signos de alarma, hay medidas de soporte que pueden ayudar mientras se observa la evolución: reposo, evitar comidas pesadas hasta saber qué pasa, hidratación adecuada y analgésicos suaves si son necesarios. Sin embargo, es importante evitar comer o beber en exceso si se sospecha una cirugía inminente, y evitar o retrasar analgésicos potentes o antiinflamatorios sin orientación médica, porque pueden enmascarar la evaluación clínica. Tampoco se recomienda aplicar calor local si se sospecha apendicitis, porque puede aumentar el riesgo en caso de un absceso. En general, si el dolor mejora con medidas caseras, la probabilidad de apendicitis baja; si empeora, aumenta.

También es útil anotar la evolución: cuándo comenzó el dolor, cómo ha cambiado, qué factores lo alivian o lo empeoran, si hay fiebre, vómitos o estreñimiento, y cualquier antecedente relevante. Esta cronología será invaluable para el médico en urgencias y puede acelerar la toma de decisiones. Si decides acudir a urgencias, lleva esa información escrita para comunicarla con precisión.

En conclusión práctica: no dudes en acudir si el dolor aumenta, hay fiebre, vómitos persistentes, signos de deshidratación o imposibilidad para caminar o mantener actividad. Si la duda es moderada y el dolor es tolerable, una observación vigilante en casa con contacto telefónico con un servicio de salud puede ser razonable, siempre con la disponibilidad para trasladarse rápidamente si hay empeoramiento.

Señales de alarma que requieren atención inmediata

  • Dolor abdominal intenso y progresivo
  • Fiebre alta o escalofríos
  • Vómitos persistentes que impiden retener líquidos
  • Confusión, somnolencia excesiva o desmayo
  • Signos de shock: pulso débil, sudor frío, palidez intensa
  • Sangrado vaginal anormal en mujeres en edad reproductiva

Si cualquiera de estos signos aparece, acude a urgencias sin demora. La rapidez puede reducir complicaciones graves y mejorar el pronóstico.

Cómo hablan los médicos: términos y decisiones comunes en urgencias


En urgencias, los profesionales usan términos que pueden sonar técnicos: «irritación peritoneal» se refiere a defensa o rigidez abdominal que sugiere inflamación de la membrana peritoneal; «leucocitosis» es aumento de glóbulos blancos; «absceso» indica colección de pus localizada; y «perforación» significa que el apéndice se ha agujereado, liberando contenido intestinal al abdomen, lo que puede causar peritonitis, una emergencia. Entender estos términos facilita las explicaciones y la toma de decisiones compartida con el equipo médico.

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La decisión de operar (apendicectomía) se basa en la probabilidad de apendicitis y en la presencia de complicaciones. Hoy en día, la mayoría de las apendicitis agudas se tratan con cirugía laparoscópica, que implica pequeñas incisiones, recuperación más rápida y menos dolor postoperatorio. En ciertos casos seleccionados, el manejo conservador con antibióticos puede considerarse, pero esto depende de la clínica, la imagen y la disponibilidad de seguimiento. El médico explicará las opciones, riesgos y beneficios según tu caso particular.

Si te envían a casa con observación, es normal que te recomienden volver si hay empeoramiento del dolor, fiebre o vómitos persistentes. También te indicarán medidas de soporte y cuándo realizar pruebas de control. Mantén comunicación con el sistema de salud y no dudes en regresar si tu estado cambia.

Mitos y verdades sobre la apendicitis

Existen muchos mitos populares: por ejemplo, que comer semillas o granos provoca apendicitis, o que todas las personas tienen un apéndice peligroso que debe extirparse preventivamente. La verdad es que la causa más común de apendicitis es la obstrucción de la luz apendicular por materia fecal o hiperplasia linfoide, y no hay evidencia sólida que vincule alimentos específicos como semillas con riesgo aumentado en la mayoría de la población. Además, extirpar el apéndice de forma preventiva no está indicado: la apendicectomía tiene riesgos y solo se justifica si hay indicación clara.

Otro mito es que siempre duele en la parte baja derecha; como hemos visto, la posición del apéndice puede variar y el dolor puede localizarse en otros lugares, especialmente en embarazadas o en apéndices retrocecales. También se dice que un test de embarazo positivo descarta apendicitis: no la descarta, pero dirige la atención hacia causas ginecológicas. Por último, la idea de que siempre hay fiebre no es exacta: la fiebre aparece con frecuencia, pero no en todos los casos, especialmente al inicio o en población inmunosenescente.

Despejar estos mitos ayuda a tomar decisiones más racionales y a evitar alarmismos innecesarios. La mejor defensa contra la desinformación es la comunicación clara con profesionales y fuentes fiables de salud.

Tabla rápida: Mitos vs Realidad

Mito Realidad
Comer semillas causa apendicitis No hay evidencia consistente; la causa habitual es obstrucción por materia fecal o inflamación.
Siempre se siente dolor en la parte baja derecha La localización típica es la fosa iliaca derecha, pero puede variar según la posición del apéndice.
Sin fiebre no puede ser apendicitis La fiebre es común pero puede faltar al inicio o en ancianos.
Hay que extirpar el apéndice preventivamente No se recomienda; la apendicectomía solo está indicada ante apendicitis u otra patología diagnosticada.

Historias reales y recomendaciones prácticas (cómo contar tu dolor en urgencias)

Cuando llegues a urgencias, lo más útil que puedes ofrecer es una historia clara: ¿Cuándo empezó el dolor exactamente? ¿Cómo evolucionó (empeora, mejora, migra)? ¿Hay factores que lo desencadenaron (comida, golpes, esfuerzo)? ¿Tienes fiebre, vómitos, diarrea, sangrado, dificultad para orinar o signos de embarazo? ¿Tienes antecedentes quirúrgicos o problemas médicos relevantes? Si eres mujer, informa sobre posibilidades de embarazo y sobre el ciclo menstrual. Esta narración breve y precisa ayuda al equipo a priorizar pruebas y a tomar decisiones con rapidez.

Una recomendación práctica: anota los tiempos y la secuencia de síntomas en tu teléfono o en un papel y llévalo contigo. Si has probado algún medicamento (analgésicos, antiácidos, laxantes), anótalo también. Todo esto facilita la comunicación y evita olvidos bajo estrés.

Recuerda: si te dicen que van a observarte unas horas y te piden firmar el alta voluntaria, evalúa seriamente la recomendación y solicita explicaciones claras sobre señales de alarma y seguimiento. Si algo no cuadra o te sientes inseguro, pide una segunda opinión clínico o demanda pruebas adicionales. Tu seguridad es lo prioritario.

Prevención y cuidados a largo plazo

¿Cómo diferenciar el dolor de apéndice de un dolor abdominal común?. Prevención y cuidados a largo plazo
No existe una forma segura de prevenir la apendicitis en todas las personas, pero mantener hábitos de vida saludables ayuda a la salud intestinal: dieta rica en fibra, hidratación adecuada y actividad física regular favorecen el tránsito intestinal y pueden reducir el riesgo de ciertos problemas digestivos. Aunque no se ha demostrado que la fibra prevenga específicamente la apendicitis, una buena salud intestinal general es beneficiosa para evitar obstrucciones fecales y estreñimiento que, en teoría, podrían favorecer problemas en el apéndice.

Adicionalmente, mantener controles médicos periódicos y consultar ante cambios persistentes en los hábitos intestinales o dolor abdominal recurrente permite detectar condiciones crónicas que podrían confundirse con episodios agudos. Si tienes antecedentes de episodios recurrentes de dolor abdominal con características similares, coméntalo con tu médico para planificar estudios y manejo preventivo si procede.

Por último, la educación y el tiempo de respuesta son medibles: conocer los síntomas de alarma y actuar con prontitud cuando aparecen disminuye el riesgo de complicaciones graves como la perforación del apéndice.

Conclusión

La diferencia entre un dolor abdominal común y una apendicitis reside en la historia, la progresión del dolor, los síntomas acompañantes y en pruebas complementarias que confirmen inflamación; mientras muchos dolores abdominales son benignos y mejoran con medidas simples, el dolor que empeora progresivamente, se localiza o migra hacia la fosa iliaca derecha, se acompaña de fiebre, náuseas, vómitos y signos de irritación peritoneal merece evaluación médica urgente, y en personas vulnerables (niños, ancianos, embarazadas) la sospecha temprana y la actuación rápida pueden marcar la diferencia.

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