El título suena contundente y quizá un poco intimidante: Das akute Abdomen: Ein Notfall. No es solo una frase en alemán; es una llamada de atención que cualquier persona interesada en salud debería comprender. Imagina estar en la sala de emergencias: un paciente entra con dolor abdominal severo, sudorando, pálido, con el abdomen rígido. En ese momento el equipo médico debe moverse con precisión, decidir rápido y priorizar lo esencial. En este artículo conversacional y accesible te llevaré paso a paso por todo lo que necesitas saber sobre el abdomen agudo —qué es, por qué ocurre, cómo se reconoce, cómo se evalúa, qué decisiones se toman y por qué cada minuto puede importar— explicado con ejemplos y herramientas prácticas que te ayudarán a entender este gran desafío clínico.
¿Qué es el abdomen agudo?
El abdomen agudo no es una enfermedad única, sino un síndrome: una colección de signos y síntomas que sugieren una patología intraabdominal que puede requerir intervención rápida. Habitualmente, se reconoce por dolor abdominal de comienzo reciente y de intensidad variable, acompañado de signos sistémicos como febrícula o fiebre, taquicardia, náuseas, vómitos o cambios en el tránsito intestinal. Lo crucial es que muchas de las causas del abdomen agudo pueden progresar rápidamente hacia complicaciones graves como la peritonitis, el shock hipovolémico o la sepsis, por lo que el diagnóstico temprano y el manejo oportuno son determinantes en la supervivencia y el pronóstico.
Cuando hablamos de abdomen agudo también es importante distinguir entre dolor agudo que puede resolverse espontáneamente y el abdomen agudo quirúrgico, donde la intervención quirúrgica es necesaria. Esta sutileza es central en la toma de decisiones: ¿podemos observar al paciente y tratar de forma conservadora, o debemos operar cuanto antes? Esa pregunta guía gran parte de la evaluación clínica.
Epidemiología y relevancia clínica
El abdomen agudo es una de las causas más frecuentes de consulta en urgencias pediátricas y adultas. Abarca desde casos benignos que se resuelven con tratamiento médico hasta situaciones que requieren cirugía de emergencia. La incidencia varía según la población y la accesibilidad a los servicios de salud, pero no es rara: en muchos hospitales, una proporción significativa de las admisiones quirúrgicas urgentes están relacionadas con procesos abdominales agudos.
Además, la presentación y las causas cambian con la edad: en niños son comunes las invaginaciones intestinales y apendicitis; en adultos jóvenes, la apendicitis y las colecistitis; en la mujer en edad fértil, las causas ginecológicas como torsión ovárica o embarazo ectópico; y en ancianos aumentan los eventos vasculares como el infarto mesentérico, que a menudo presenta síntomas menos típicos y peor pronóstico. Todo esto obliga a que el equipo médico mantenga una mente abierta y una estrategia de evaluación sistemática.
Fisiopatología: ¿qué está pasando dentro?
Detrás del dolor abdominal agudo hay mecanismos fisiopatológicos diversos. Pueden agruparse en grandes categorías: isquemia (como el infarto mesentérico), inflamación/infección (apendicitis, diverticulitis), obstrucción (íleo, obstrucción intestinal por bridas), perforación de víscera hueca (úlcera péptica perforada, diverticulitis perforada), traumatismo, y causas metabólicas o sistémicas que se manifiestan con dolor abdominal (cetoacidosis, por ejemplo). Cada mecanismo produce un patrón clínico que, junto con estudios complementarios, ayuda a orientar el diagnóstico.
La isquemia intestinal, por ejemplo, puede comenzar con dolor muy intenso y relativamente poco hallazgo en el examen físico, porque el daño inicial es más funcional que inflamatorio; con el tiempo, la isquemia produce necrosis, liberación de mediadores, infección y una irritación peritoneal marcada. En contraposición, una obstrucción mecánica produce dolor cólico, náuseas y vómitos, distensión abdominal y ausencia de tránsito de gases y materia. Comprender estos mecanismos permite interpretar mejor los signos y decidir qué pruebas son prioritarias.
Manifestaciones clínicas: cómo se presenta el paciente
El cuadro clínico del abdomen agudo puede variar, pero ciertos elementos de la historia y de la exploración física son repetidamente útiles. El inicio y la localización del dolor, su carácter (cólico, continuo, perforante), la relación con la ingestión de alimentos, la presencia de náuseas y vómitos, alteraciones del tránsito intestinal (diarrea o constipación), fiebre, antecedentes quirúrgicos, uso de medicamentos (anticoagulantes, antiinflamatorios) y la posibilidad de embarazo en mujeres en edad fértil son datos esenciales.
En la exploración, la inspección puede revelar distensión, cicatrices, equimosis o signos de trauma. La auscultación del abdomen proporciona información sobre ruidos hidroaéreos presentes o ausentes. La palpación busca puntos de máxima sensibilidad, rigidez o defensa muscular; la percusión ayuda a detectar timpanismo por gas o matidez por líquido. Tests clínicos como el signo de Blumberg (dolor a la descompresión), Rovsing (dolor en fosa ilíaca al presionar el cuadrante izquierdo) o el signo del psoas ayudan a orientar hacia apendicitis u otras patologías. La fiebre y la taquicardia pueden sugerir infección o sepsis; la hipotensión y la palidez, un estado de shock. Todo esto debe integrarse rápido para decidir la prioridad.
Señales de alarma: cuándo actuar ya
Hay hallazgos que nunca deben subestimarse y que requieren intervención urgente: dolor abdominal severo e incesante, abdomen rígido o percussion dolorosa difusa (sospecha de peritonitis), signos de shock (hipotensión, taquicardia, alteración del estado de conciencia), vómitos incoercibles con signos de deshidratación, sangrado gastrointestinal mayor, embarazo ectópico con dolor y sangrado en mujer en edad fértil, y signos de obstrucción intestinal con imposibilidad de expulsar gases y distensión progresiva. Si el paciente presenta alguno de estos signos, la evaluación y el tratamiento deben acelerarse: estabilización vital, estudios de imagen apropiados y consulta quirúrgica urgente.
Diagnóstico inicial: prioridad a la estabilización
En emergencias siempre sigue la regla ABCDE: asegurar la vía aérea, la respiración, la circulación, la discapacidad neurológica y la exposición. Anclar esto en el abdomen agudo es vital: reponer volumen en pacientes hipotensos, controlar la hemorragia si la hay, asegurar oxigenación y monitorizar signos vitales. Al mismo tiempo se obtiene una historia rápida y se realiza un examen dirigido. No se debe retrasar la estabilización por estudios extensos.
Los exámenes complementarios básicos que se solicitan con frecuencia incluyen hemograma, bioquímica (función renal, electrolitos), pruebas hepáticas, amilasas/lipasas, gasometría y marcadores inflamatorios (proteína C reactiva). En mujeres en edad fértil se realiza un test de embarazo. Los estudios de imagen son críticos para confirmar o descartar ciertas causas: radiografías simples abdominales pueden mostrar niveles hidroaéreos en obstrucción o aire libre subdiafragmático en perforación; la ecografía es ideal para colecistitis, embarazo ectópico y evaluaciones rápidas en pacientes hemodinámicamente estables; la tomografía computarizada (TC) con contraste es la herramienta de elección en muchos centros porque ofrece alta sensibilidad y especificidad para múltiples patologías abdominales.
Tabla: pruebas iniciales recomendadas
| Prueba | Qué aporta | Indicación típica |
|---|---|---|
| Hemograma | Leucocitosis, anemia | Sospecha de infección, sangrado |
| Electrolitos y función renal | Estado hidroelectrolítico, disfunción renal | Vómitos, deshidratación, preparación para contraste |
| Amilasa/lipasa | Indicadores de pancreatitis | Dolor epigástrico intenso con náuseas |
| Test de embarazo | Descartar embarazo ectópico | Mujeres en edad fértil |
| Ecografía abdominal | Inflamación, colecistitis, embarazo ectópico, líquido libre | Rápida evaluación en ER |
| TC abdominal con contraste | Diagnóstico preciso de múltiples causas | Cuando el diagnóstico es incierto o hay sospecha de complicación |
Causas más frecuentes y cómo distinguirlas
El abdomen agudo tiene múltiples causas. A continuación describo las más habituales y cómo suelen presentarse en la práctica clínica, de forma que puedas identificar pistas para orientar el diagnóstico.
Apendicitis aguda
La apendicitis es quizá el diagnóstico más conocido. Comienza con dolor periumbilical que luego migra al cuadrante inferior derecho, asociado a náuseas, vómitos y a menudo fiebre. En la exploración aparecen dolor localizado y signos de irritación peritoneal. El recuento de leucocitos y la PCR suelen estar elevados. La ecografía puede ser útil en niños y mujeres jóvenes; la TC es más sensible en adultos.
Obstrucción intestinal
Se presenta con dolor cólico, distensión abdominal, vómitos y ausencia de expulsión de gases o deposiciones. Las causas incluyen bridas postquirúrgicas, hernias incarceradas, tumores o impactación fecal. La radiografía simple puede mostrar niveles hidroaéreos; la TC ayuda a identificar la causa y el sitio de la obstrucción.
Colecistitis aguda y cólico biliar
El dolor en hipocondrio derecho que puede irradiar a la espalda o al hombro derecho, junto con náuseas y vómitos, sugiere problemas biliares. La ecografía es la prueba inicial para detectar cálculos, engrosamiento de la pared vesicular y líquido pericolecístico. La colecistitis complicada puede generar fiebre alta y leucocitosis.
Perforación de víscera hueca
Cuando hay perforación (por ejemplo, úlcera péptica o diverticulitis), el dolor suele ser súbito, intenso y se acompaña de abdomen rígido por peritonitis. En la radiografía de tórax o abdomen en bipedestación se puede ver aire libre subdiafragmático. Es una emergencia quirúrgica.
Infarto mesentérico
Es más frecuente en ancianos y en pacientes con fibrilación auricular o enfermedad vascular. El dolor es intenso e desproporcionado al examen físico en fases iniciales; con el tiempo aparecen signos peritoneales al progresar la necrosis. La TC angiográfica es diagnóstica. El pronóstico depende del tiempo de intervención.
Causas ginecológicas
En mujeres en edad fértil, causas como embarazo ectópico, torsión ovárica, enfermedad inflamatoria pélvica o quistes ováricos complicados pueden presentar abdomen agudo. El test de embarazo y la ecografía transvaginal son fundamentales para la evaluación.
Pancreatitis aguda
Característicamente produce dolor epigástrico intenso que irradia hacia la espalda, con náuseas y vómitos. Amilasa y lipasa suelen estar elevadas. La TC confirma necrosis o complicaciones cuando es necesario.
Algoritmo de decisión: ¿observar o intervenir?

Tomar la decisión entre manejo conservador u operar es quizá el arte más complejo en el abdomen agudo. No existe una única receta, pero hay principios claros: en presencia de peritonitis franca, signos de perforación, obstrucción intestinal completa con compromiso, isquemia intestinal o embarazo ectópico roto, la intervención quirúrgica es urgente. En cuadros menos claros, se puede optar por observación estrecha, analgesia adecuada y pruebas de imagen. La evolución en horas puede ser decisiva: muchos diagnósticos se aclaran o empeoran en el seguimiento cercano.
Lista: pasos clave en la evaluación y manejo inicial
- Estabilizar al paciente (ABCDE).
- Historia rápida dirigida (inicio, localización, irradiación, vómitos, tránsito, antecedentes quirúrgicos, medicación, embarazo).
- Examen físico completo con pruebas de irritación peritoneal.
- Solicitar pruebas básicas de laboratorio e imagen según sospecha clínica.
- Control del dolor, aunque sin enmascarar completamente la evaluación diagnóstica.
- Administración de líquidos y corrección de alteraciones hidroelectrolíticas.
- Antibióticos de amplio espectro si hay sospecha de infección intraabdominal severa o sepsis.
- Consulta oportuna con cirugía general o especialidades según la causa probable.
Imaging: cuál elegir y por qué
La elección de la prueba de imagen depende de la presentación clínica, la disponibilidad y la población (embarazo, niños, ancianos). La ecografía es segura, rápida y sin radiación, excelente para valorar colecistitis, embarazo ectópico y algunos casos de apendicitis en niños. La radiografía simple aún tiene utilidad para detectar aire libre subdiafragmático o niveles hidroaéreos en obstrucción. La TC abdominal con contraste es la herramienta más completa para evaluar la mayoría de causas del abdomen agudo, identificando inflamación, perforación, obstrucción, abscesos y lesiones vasculares. En casos sospechosos de embolia o trombosis mesentérica, la TC angiográfica es esencial.
Tabla: ventajas y limitaciones de las imágenes
| Modalidad | Ventajas | Limitaciones |
|---|---|---|
| Ecografía | Sin radiación, rápida, buena para pelvis y hepatobiliar | Operador-dependiente, gas intestinal puede limitarla |
| Radiografía simple | Rápida, detecta aire libre y obstrucción | Baja sensibilidad para muchas patologías |
| TC con contraste | Alta sensibilidad/especificidad para múltiples causas | Exposición a radiación y contraste; requiere estabilidad renal |
| Resonancia magnética | Sin radiación, útil en embarazo (RM sin contraste) | Disponibilidad limitada, tiempo de estudio largo |
Manejo terapéutico: desde lo médico a lo quirúrgico
El manejo depende de la causa. Algunos principios universales son descanso intestinal cuando hay náuseas y vómitos, corrección de líquidos y electrolitos, control del dolor (analgésicos sistémicos), replección sanguínea si hay anemia o sangrado, y tratamiento antibiótico cuando hay infección o riesgo de infección. Para muchas patologías, la cirugía es la solución definitiva: apendicectomía en apendicitis con riesgo de perforación, resección intestinal en isquemia o perforación, reparación de hernias incarceradas, drenaje de abscesos intraabdominales, etc. Las decisiones quirúrgicas se toman tras la evaluación clínica y los hallazgos de imagen, equilibrando riesgos y beneficios.
En situaciones donde la cirugía es innecesaria o el paciente es de alto riesgo, el tratamiento conservador puede incluir antibióticos, drenaje percutáneo de abscesos guiados por imagen y manejo de soporte. Por ejemplo, en diverticulitis con absceso pequeño puede intentarse antibióticos y drenaje percutáneo; en colecistitis leve se puede intentar manejo médico inicial con colecistectomía diferida.
Analgesia: aliviar sin ocultar
Existe un viejo mito en medicina de que no se debe dar analgésico antes de llegar al diagnóstico, por temor a enmascarar signos. Hoy sabemos que la analgesia adecuada es ética y mejora la cooperación del paciente sin comprometer significativamente el diagnóstico si se administra con juicio. Opioides o antiinflamatorios pueden ser necesarios para controlar el dolor severo; la clave es documentar el examen antes y después de la analgesia y continuar la evaluación con pruebas objetivas (laboratorio, imagen).
Antibióticos: cuándo y cuáles
En presencia de peritonitis secundaria a perforación, abscesos intraabdominales, sepsis o sospecha de infección abdominal grave, se recomiendan antibióticos empíricos de amplio espectro que cubran gramnegativos, anaerobios y cocos. La elección depende de protocolos locales y resistencia antibiótica. Siempre que sea posible, ajustar la terapia según cultivo y sensibilidad. La administración precoz de antibiótico en sepsis abdominal ha demostrado mejorar resultados.
Casos especiales: poblaciones que requieren atención distinta
– Niños: la presentación puede ser atípica, y la apendicitis puede evolucionar más rápido. La ecografía es preferida inicialmente para reducir la radiación.
– Ancianos: suelen presentar síntomas menos expresivos y tienen un mayor riesgo de complicaciones; sospechar isquemia intestinal y tener bajo umbral para estudios avanzados.
– Embarazo: los diagnósticos son difíciles por el abdomen distendido y los cambios fisiológicos; la ecografía y la resonancia magnética sin contraste son herramientas valiosas. El manejo de emergencia debe considerar tanto la salud materna como fetal.
– Pacientes inmunosuprimidos: las infecciones pueden progressar rápidamente y presentarse con signos atípicos; la evaluación debe ser más agresiva.
Errores y trampas comunes
En el abdomen agudo se cometen errores que pueden costar caro. Algunos frecuentes son: subestimar el dolor en ancianos, atrasar la imagen porque el paciente «se ve bien», atribuir dolor a causas funcionales sin investigar factores de alarma, y demorar la consulta quirúrgica. Otro error es la dependencia excesiva en un solo hallazgo (por ejemplo, esperar leucocitosis) cuando muchos pacientes con enfermedad severa pueden tener recuentos normales al inicio. Por eso la evaluación clínica repetida y la vigilancia estrecha son esenciales.
Comunicación con el paciente y la familia
En situaciones de emergencia, la comunicación clara y compasiva es fundamental. Explicar qué se sospecha, qué pruebas se realizan, los riesgos y beneficios del tratamiento propuesto (incluida la cirugía), y el posible pronóstico es parte esencial de la atención. Cuando sea posible, involucrar al paciente en la toma de decisiones y documentar el consentimiento informado. Ante la incertidumbre, explicar que se necesita observación o estudios complementarios evita ansiedad y malentendidos.
Prevención y educación
Algunas causas del abdomen agudo pueden prevenirse o minimizarse con medidas simples: control de enfermedad crónica (enfermedad vascular, fibrilación auricular para reducir riesgo de isquemia mesentérica), vacunaciones pertinentes, manejo adecuado de procesos crónicos que predisponen a complicaciones (enfermedad diverticular con dieta y actividad), y evitar automedicación con antiinflamatorios que aumentan riesgo de úlceras y perforación en pacientes vulnerables. Educar a la población sobre signos de alarma —dolor abdominal intenso, fiebre alta, vómitos persistentes, sangrado— fomenta una consulta precoz.
Ejemplo clínico ilustrativo
Imagina un hombre de 72 años que llega a urgencias con dolor abdominal intenso de inicio hace 6 horas, náuseas pero sin vómitos, taquicardia y una ligera presión arterial baja. Tiene antecedentes de fibrilación auricular. A la exploración su abdomen está levemente doloroso pero sin rigidez franca. Los leucocitos muestran leve leucocitosis; la ecografía es poco concluyente. Dadas sus comorbilidades y el dolor intenso desproporcionado, se solicita una TC angiográfica que revela trombosis de arteria mesentérica. Es un diagnóstico que, si se demora, conduce a necrosis intestinal y alta mortalidad. El caso ejemplifica por qué ciertas pistas en la historia y la presentación exigen estudios que pueden ser decisivos.
Recursos y coordinación multidisciplinaria
El manejo del abdomen agudo a menudo requiere la colaboración entre urgencias, cirugía general, radiología, anestesiología, ginecología y cuidados intensivos. Disponer de protocolos locales, rutas de derivación y equipos de respuesta rápida mejora la eficiencia y los resultados. En hospitales pequeños, la telemedicina o el apoyo de centros de referencia pueden ser soluciones vitales.
Investigación y avances recientes
La medicina de urgencias y la cirugía han mejorado el manejo del abdomen agudo gracias a mejores técnicas de imagen, cirugías mínimamente invasivas, drenajes percutáneos guiados por imagen y protocolos de sepsis. La laparoscopia diagnóstica ha reducido laparotomías innecesarias en algunos casos y permite intervenciones más rápidas con recuperación menor. La investigación continúa buscando biomarcadores más sensibles para detectar isquemia intestinal precoz y optimizar estrategias de triage.
Consejos prácticos para el profesional de la salud

– Mantener un enfoque sistemático y repetir la evaluación si el paciente no mejora o empeora.
– No retrasar la imagen cuando la sospecha clínica lo justifique; la TC salva tiempo en diagnósticos complejos.
– Iniciar reanimación y medidas generales sin demora; tratar primero al paciente y luego hacer estudios.
– Documentar hallazgos antes y después de analgesia; usar la analgesia adecuadamente para aliviar sufrimiento.
– Consultar cirugía con bajo umbral ante duda de abdomen quirúrgico; la demora puede aumentar la mortalidad.
Recomendaciones para pacientes y cuidadores

Si tú o un familiar experimentan dolor abdominal intenso y progresivo, fiebre alta, vómitos persistentes, distensión abdominal marcada, o sangrado, busquen atención médica de urgencia. No ignoren el dolor solo porque “pasó antes”; la recurrencia o el empeoramiento son señales de alarma. Para pacientes con enfermedades crónicas, mantengan controles regulares y comuniquen al equipo de salud cualquier cambio significativo.
Conclusión
El abdomen agudo es una entidad clínica amplia y potencialmente mortal que exige una evaluación rápida, ordenada y flexible: estabilizar al paciente, obtener una historia dirigida, realizar un examen físico completo, priorizar pruebas diagnósticas apropiadas (ecografía, radiografía, TC) y decidir entre manejo conservador o intervención quirúrgica según el cuadro. La variabilidad de causas —desde apendicitis y colecistitis hasta isquemia mesentérica y perforación— obliga a mantener alta sospecha diagnóstica y coordinación multidisciplinaria. Conocer los signos de alarma, actuar sin dilación ante la peritonitis o el shock, y reconocer los contextos especiales (niños, ancianos, embarazadas) son claves para mejorar los resultados. En resumen, el abdomen agudo exige precisión, rapidez y juicio clínico informado para convertir una emergencia potencial en una historia de éxito.