Cómo enseñan a los estudiantes de medicina a diagnosticar la apendicitis: de la teoría al quirófano

Cómo enseñan a los estudiantes de medicina a diagnosticar la apendicitis: de la teoría al quirófano

Содержание
  1. Empezando por la anatomía: el fundamento que no se olvida
  2. La historia clínica: la llave que abre el diagnóstico
  3. Signos clínicos clásicos y maniobras dirigidas: de McBurney a Rovsing
  4. Pruebas complementarias: cuándo y cómo usarlas
  5. Reglas de decisión clínica: enseñar a cuantificar la sospecha
  6. Metodologías docentes modernas: simulación, casos y aprendizaje basado en problemas
  7. Ultrasonido en la cabecera (POCUS): una habilidad cada vez más enseñada
  8. Errores diagnósticos y sesgos: enseñar a evitarlos
  9. Enseñanza en poblaciones especiales: niños, embarazadas y ancianos
  10. Decisiones terapéuticas: cirugía versus tratamiento con antibióticos
  11. Evaluación de competencias: OSCEs, exámenes clínicos y evaluación formativa
  12. Rol del equipo y aprendizaje interprofesional
  13. Tendencias futuras en la enseñanza del diagnóstico de apendicitis
  14. Errores comunes en la enseñanza y cómo solucionarlos
  15. Reflexiones finales sobre la formación: más que saber, es saber hacer y comunicar
  16. Recursos y lecturas recomendadas para estudiantes
  17. Consejos prácticos para estudiantes que quieren mejorar su diagnóstico
  18. Conclusión

Aprender a diagnosticar la apendicitis es una especie de rito de paso en la carrera médica: es una condición común, con presentación variable, y con consecuencias que pueden ser leves o muy graves si se demora la atención. Para un estudiante de medicina, la apendicitis es un caso que obliga a combinar conocimientos de anatomía, fisiología, técnica de examen físico, interpretación de pruebas complementarias y juicio clínico. En este artículo quiero acompañarte por el recorrido educativo que siguen los estudiantes, desde la primera vez que oyen la palabra «apéndice» hasta el momento en que, bajo supervisión, participan en la decisión de operar o en el manejo conservador. Voy a describir métodos docentes, recursos, ejercicios clínicos, errores comunes y —muy importante— cómo se enseña a pensar y comunicarse frente a un paciente con dolor abdominal que podría necesitar cirugía urgente. No pretendo dar una guía para diagnosticar a un paciente por tu cuenta, sino explicar con claridad cómo se forman los médicos para enfrentarse a este desafío.

Empezando por la anatomía: el fundamento que no se olvida

Todo comienza en el aula de anatomía y el laboratorio de disección. El apéndice cecal es pequeño y puede parecer insignificante en los primeros años, pero el estudiante aprende que su ubicación, variaciones anatómicas y relación con estructuras vecinas influyen directamente en la clínica. En clase se estudian la posición típica (retrocecal, pélvica, subcecal, preileal, postileal), la irrigación por la arteria apendicular, los drenajes linfáticos y la inervación visceral. Estas relaciones explican por qué el dolor puede empezar en epigastrio y migrar a la fosa ilíaca derecha, o por qué existan síntomas urinarios si el apéndice roza el uréter.

En el laboratorio de anatomía el estudiante observa, palpando y visualizando, cómo un apéndice inflamado puede adherirse a estructuras vecinas. Estas experiencias táctiles y visuales crean una representación mental que luego facilita reconocer patrones clínicos. Además, en modelos y reconstrucciones 3D se aprecia la variabilidad: un apéndice en posición retrocecal puede producir escasos signos peritoneales y confundir al clínico, lo que subraya la importancia de integrar anatomía con la historia clínica y la exploración física.

De la teoría a la técnica: talleres prácticos de examen abdominal

Después de aprender anatomía, los estudiantes practican técnicas básicas y avanzadas de examen abdominal en talleres prácticos. Se les enseña a inspeccionar, auscultar, percutir y, sobre todo, palpar con método. El examen se convierte en una coreografía: se comienza por auscultar ruidos intestinales, se percute para detectar aire o líquido y se palpa con una mano suave antes de aumentar la intensidad, buscando defensa muscular, dolor a la palpación y puntos de máxima sensibilidad. El entrenamiento busca que el estudiante pueda diferenciar sensibilidad superficial de dolor viscerosensible, y detectar signos clásicos de la apendicitis como el dolor en el punto de McBurney.

Los instructores utilizan estandarización: demostraciones por parte de docentes expertos, práctica por parejas y retroalimentación inmediata. Es habitual que se utilicen pacientes simulados (actores entrenados) para reproducir historias y reacciones realistas, lo que también ayuda a pulir la comunicación y la capacidad de manejar emociones, tanto del paciente como propias ante la sospecha de una emergencia quirúrgica.

La historia clínica: la llave que abre el diagnóstico

How Medical Students are Taught to Diagnose Appendicitis.. La historia clínica: la llave que abre el diagnóstico
Una buena historia clínica dirige la búsqueda. Los estudiantes aprenden que, ante un paciente con dolor abdominal, la secuencia de preguntas debe ser ordenada y empática: inicio y localización del dolor, características (tipo, intensidad, migración), factores que lo agravan o alivian, síntomas asociados (náuseas, vómitos, fiebre, estreñimiento, diarrea, disuria), antecedentes quirúrgicos o de enfermedades que alteren la presentación, y tiempo transcurrido. Enseñar a preguntar bien es enseñar a escuchar: muchos diagnósticos se hacen por la historia bien obtenida.

Se enfatiza la variabilidad poblacional: los niños, las mujeres embarazadas y los ancianos pueden presentar signos atípicos. Por ejemplo, en embarazadas el apéndice se desplaza hacia arriba, lo que cambia la localización del dolor; en ancianos los síntomas pueden ser inespecíficos y el dolor menos intenso. Estas enseñanzas ayudan al estudiante a no caer en el error de «si no hay dolor en la fosa ilíaca derecha, no es apendicitis», una trampa que puede llevar a un retraso diagnóstico.

Comunicación y consentimiento en la anamnesis

Aprender a diagnosticar no es solo recolectar datos; requiere comunicar con claridad, obtener consentimiento para exploraciones y pruebas, y manejar expectativas. En simulaciones con actores se entrena cómo explicar incertidumbre: por ejemplo, decir «sospechamos una apendicitis, por eso queremos hacerte una ecografía y unos análisis; según los resultados decidiremos si es necesario operar». Estas habilidades reducen la ansiedad del paciente y mejoran la colaboración, lo que a su vez facilita la evaluación clínica.

Signos clínicos clásicos y maniobras dirigidas: de McBurney a Rovsing

En la clínica, los signos físicos son herramientas esenciales. Los estudiantes aprenden los signos clásicos y su lógica: el punto de McBurney, la defensa o rigidez abdominal, el signo de Rovsing (dolor en FID al presionar la fosa ilíaca izquierda), el signo del psoas (dolor al extender la cadera, útil en apéndices retrocecales) y el signo del obturador (dolor con rotación interna de la cadera, cuando el apéndice tiene posición pélvica). Cada maniobra tiene una base anatómica que explica por qué puede ser positiva.

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Además de aprender las maniobras, se enseña a interpretar su rendimiento diagnóstico: ningún signo aislado tiene sensibilidad y especificidad perfectas. Por eso el estudiante aprende a combinarlos e integrar la información en un todo coherente. Se trabaja con casos clínicos donde algunos signos están presentes y otros ausentes, para enseñar la interpretación probabilística y la valoración del riesgo.

Listas de signos y su interpretación práctica

Los docentes proporcionan listas y tablas para facilitar el aprendizaje y la memorización. No se trata de memorizar de forma mecánica sino de entender qué aporta cada signo al cuadro clínico y cómo combinarlos. A continuación, un ejemplo de lista que se utiliza como guía de estudio en muchos hospitales:

  • Punto de McBurney: dolor máximo en tercios externos de la línea entre ombligo y espina ilíaca anterosuperior.
  • Signo de Rovsing: dolor en FID al presionar FII.
  • Signo del psoas: dolor con extensión de la cadera (sugiere apéndice retrocecal).
  • Signo del obturador: dolor con rotación interna de la cadera (apéndice pélvico).
  • Defensa y rigidez: signos de irritación peritoneal.

Pruebas complementarias: cuándo y cómo usarlas

El aprendizaje incluye cuándo solicitar análisis y técnicas de imagen. Los estudiantes aprenden que las pruebas complementarias no sustituyen una buena historia y exploración, pero sí aumentan la certeza diagnóstica. Entre las pruebas más enseñadas están: hemograma (con leucocitosis y desviación a la izquierda), reactantes inflamatorios (proteína C reactiva), ecografía abdominal dirigida por sospecha de apendicitis, y tomografía computarizada (TC) con contraste cuando la ecografía es inconcluyente.

Se enseña también la consideración del riesgo: la TC tiene una mayor sensibilidad y especificidad, pero implica radiación; por tanto, en poblaciones jóvenes y en embarazadas se prefiere la ecografía y, si es preciso, la resonancia magnética (RM) en centros que la ofrezcan. Los estudiantes discuten casos reales para aprender a elegir la prueba adecuada según el contexto clínico y los recursos disponibles.

Tabla comparativa de pruebas diagnósticas

Prueba Ventajas Limitaciones Uso típico
Hemograma / PCR Rápida, accesible, indica inflamación No es específica; leucocitosis puede faltar en ancianos o en etapas iniciales Evaluación inicial, monitorización
Ecografía abdominal Sin radiación, accesible, buena en manos expertas y en niños Operador-dependiente, limitada por meteorismo o obesidad Primer estudio en niños y mujeres jóvenes
TC abdominal con contraste Alta sensibilidad y especificidad, visualiza complicaciones Radiación, uso de contraste iodado Cuando la ecografía es inconclusa o en adultos
Resonancia magnética (RM) Sin radiación, útil en embarazadas Costosa, menos disponible, tiempo mayor Embarazo o cuando se desea evitar radiación

Reglas de decisión clínica: enseñar a cuantificar la sospecha

Para evitar la variabilidad excesiva del juicio clínico, los estudiantes aprenden reglas de decisión validadas como el Alvarado score y el AIR (Appendicitis Inflammatory Response). Estas herramientas combinan síntomas, signos y hallazgos de laboratorio para estimar la probabilidad de apendicitis y orientar la conducta: observación, imágenes adicionales o cirugía urgente. Enseñar estas reglas anatomiza el proceso diagnóstico, obliga a cuantificar hallazgos y reduce sesgos cognitivos.

En las sesiones clínicas se aplican estas reglas a casos reales y simulados para entender sus límites: ninguna regla sustituye el razonamiento clínico en pacientes con presentaciones atípicas, pero bien usadas ayudan a priorizar recursos y a comunicarse con el equipo quirúrgico o con radiología.

Ejemplo de Alvarado score (uso didáctico)

  • Dolor migratorio a FID: 1 punto
  • Anorexia: 1 punto
  • Náuseas/vómitos: 1 punto
  • Sensibilidad en FID: 2 puntos
  • Rigidez/defensa en FID: 2 puntos
  • Fiebre: 1 punto
  • Leucocitosis: 2 puntos

Los estudiantes aprenden los umbrales por regla general: 1-4 baja probabilidad, 5-6 probabilidad moderada, 7-10 alta probabilidad. Pero también se discute la evidencia detrás del score y su rendimiento en distintas poblaciones.

Metodologías docentes modernas: simulación, casos y aprendizaje basado en problemas

La enseñanza moderna combina métodos para reforzar el aprendizaje clínico. Las simulaciones con maniquíes de alta fidelidad o pacientes estandarizados permiten reproducir escenarios urgentes, practicar la toma de decisiones y la comunicación en situaciones estresantes. Por ejemplo, en una sesión de simulación puede presentarse un estudiante con un paciente joven con dolor abdominal que progresa rápidamente; el equipo debe decidir si ingresa para observación, solicita pruebas o activa el quirófano.

El aprendizaje basado en problemas (ABP) y los seminarios clínicos (case-based learning) exigen que el estudiante integre literatura científica, guías clínicas y su propio juicio. Esta metodología promueve el pensamiento crítico y la habilidad de justificar decisiones frente a tutores y compañeros. Además, las prácticas en rotaciones de urgencias y cirugía brindan la experiencia real indispensable: ver múltiples presentaciones, observar procedimientos y aprender a coordinar con equipos multidisciplinarios.

Deliberate practice y retroalimentación

Se enseña mediante «práctica deliberada»: repeticiones con propósito, feedback inmediato y objetivos concretos (mejorar la técnica de palpación, escribir una historia enfocada, interpretar una ecografía puntual). Los tutores proporcionan retroalimentación específica, no genérica, lo que facilita la mejora. También se emplean grabaciones de sesiones (simulaciones o entrevistas con pacientes simulados) para que los estudiantes revisen su propia conducta y aprendan de errores.

Ultrasonido en la cabecera (POCUS): una habilidad cada vez más enseñada

El ultrasonido dirigido por el clínico (POCUS) se ha integrado en muchos currículos como herramienta esencial. Los estudiantes aprenden a identificar un apéndice dilatado, la presencia de líquido libre y signos de complicación. El entrenamiento combina teoría física del ultrasonido, práctica en modelos y supervisión en pacientes reales. La ventaja es evidente: la ecografía a pie de cama puede acelerar decisiones, especialmente en servicios con ecografistas no disponibles las 24 horas.

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Sin embargo, la formación incluye límites y responsabilidad: la interpretación errónea puede llevar a decisiones equivocadas, por lo que se enfatiza que los hallazgos deben integrarse con la clínica y, cuando sea necesario, confirmarse con pruebas radiológicas formales.

Talleres y competencias con ultrasonido

Los cursos suelen estructurarse en módulos progresivos: fundamentos, protocolos de exploración, práctica en modelos, práctica supervisada en pacientes y evaluación de competencia mediante listas de verificación. Muchas escuelas exigen una cantidad mínima de exploraciones registradas y la revisión por un instructor para certificar habilidad básica.

Errores diagnósticos y sesgos: enseñar a evitarlos

Parte del aprendizaje es reconocer y prevenir errores cognitivos. Los estudiantes deben conocer sesgos como el anclaje (quedarse con la primera impresión), la confirmación (buscar solo datos que confirmen la hipótesis), y el sesgo de disponibilidad (basarse en casos recientes). En la práctica clínica se discuten «morbimortales»: pacientes con presentaciones atípicas cuya apendicitis se diagnosticó tarde. Estos casos sirven para enseñar humildad clínica y consolidar estrategias de seguridad, como reevaluaciones seriadas, petición de segundas opiniones y uso juicioso de la observación hospitalaria.

También se discuten errores técnicos: una ecografía mal enfocada, una historia incompleta o una documentación deficiente que puede retrasar el tratamiento. El objetivo es formar médicos que sean capaces de reconocer incertidumbre, pedir ayuda y revaluar sus conclusiones.

Enseñanza en poblaciones especiales: niños, embarazadas y ancianos

Los estudiantes aprenden que la apendicitis no es igual en todos. En pediatría, la presentación puede ser con dolor abdominal difuso, vómitos y fiebre; el lenguaje corporal del niño y la colaboración limitada complican la exploración. En embarazadas el apéndice se desplaza y las pruebas de imagen deben elegir opciones sin radiación siempre que sea posible. En ancianos, la presentación puede ser silenciosa y la inflamación menos marcada, lo que exige un alto índice de sospecha.

En cada caso específico hay protocolos adaptados y se enseñan comunicaciones familiares y ético-legales, como el acercamiento a padres de un niño enfermo o la toma de decisiones compartidas cuando la paciente embarazada tiene riesgos por cirugía.

Casos clínicos para práctica diferenciada

Los programas incluyen bancos de casos con presentaciones diversas: dolor abdominal en un niño de ocho años que no puede articular bien sus síntomas; una mujer embarazada de 22 semanas con dolor superior derecho; un anciano con comorbilidades y dolor atípico. Resolver estos casos obliga a adaptar las reglas generales al paciente concreto y fortalece la flexibilidad clínica.

Decisiones terapéuticas: cirugía versus tratamiento con antibióticos

How Medical Students are Taught to Diagnose Appendicitis.. Decisiones terapéuticas: cirugía versus tratamiento con antibióticos
El manejo de la apendicitis ha evolucionado: tradicionalmente la apendicectomía era el tratamiento estándar, pero en años recientes han surgido estudios que avalan el tratamiento conservador con antibióticos en apendicitis no complicada. Los estudiantes aprenden la evidencia, ventajas y riesgos de ambas opciones, y cómo discutirlas con el paciente. La educación incluye criterios de selección para manejo conservador, tasas de recurrencia y la necesidad de un seguimiento estricto.

En la práctica, la mayoría de los hospitales mantienen la cirugía como opción preferida en apendicitis aguda con sospecha de complicación (perforación, absceso) o cuando la certeza diagnóstica es alta. Aprender a colaborar con el cirujano para tomar la mejor decisión es parte central de la formación.

Ética y consentimiento informado

Explicar riesgos, beneficios y alternativas es una competencia clínica y ética que se enseña desde temprano. Los estudiantes practican el consentimiento informado en simulaciones, aprendiendo a presentar opciones en lenguaje comprensible y a documentar la decisión del paciente o su representante. En emergencias se discuten escenarios donde la urgencia puede limitar la capacidad de obtener un consentimiento plenamente informado, y cómo proceder respetando la ley y la ética.

Evaluación de competencias: OSCEs, exámenes clínicos y evaluación formativa

La evaluación del aprendizaje incluye exámenes prácticos (OSCE —Objective Structured Clinical Examination—) donde el estudiante debe recoger una historia, realizar un examen abdominal enfocado, interpretar hallazgos y comunicar un plan. Estos circuitos evalúan no solo conocimientos, sino habilidades técnicas y comunicativas. Además, hay evaluaciones formativas continuas en rotaciones, con feedback de tutores y compañeros.

Los criterios de evaluación se basan en listas de verificación estandarizadas que incluyen pasos clave: presentación de quejas, preguntas relevantes, técnica de palpación, interpretación del Alvarado o AIR, decisión sobre pruebas y comunicación con el paciente y el equipo. Esta estandarización busca objetivar competencias y garantizar que todos los estudiantes alcancen un mínimo de desempeño.

Tabla de componentes evaluados en un OSCE sobre dolor abdominal

Componente Criterios
Anamnesis Claridad, foco en inicio y características del dolor, síntomas asociados
Examen físico Técnica de palpación, búsqueda de signos de irritación peritoneal, maniobras específicas
Interpretación Integración de hallazgos, uso de reglas clínicas (Alvarado/AIR)
Plan diagnóstico Selección adecuada de pruebas de laboratorio y de imagen
Comunicación Explicación clara al paciente, consentimiento, manejo de incertidumbre

Rol del equipo y aprendizaje interprofesional

El diagnóstico de apendicitis no es labor del solo médico joven: requiere trabajo en equipo. Los estudiantes aprenden a comunicarse con enfermería, radiólogos, cirujanos y anestesiólogos. La educación interprofesional incluye simulaciones con equipos mixtos para practicar coordinación en una urgencia quirúrgica, priorización de tiempos y transferencia de información crítica (handoff). Estas experiencias muestran que la calidad del proceso diagnósticoterapéutico depende de la colaboración y la claridad en la comunicación.

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Checklist y herramientas cognitivas

Para mejorar la seguridad, muchos servicios utilizan checklists y plantillas en registros electrónicos que guían el proceso diagnóstico y terapéutico. Enseñar su uso forma parte del entrenamiento: los estudiantes aprenden a revisar una lista de ítems clave antes de decidir el alta o la intervención, reduciendo olvidos y errores.

Tendencias futuras en la enseñanza del diagnóstico de apendicitis

La educación médica evoluciona con la tecnología y la evidencia. Entre las tendencias para el futuro están: más simulación virtual y realidad aumentada para visualizar anatomía y escenarios clínicos; IA que ayude a interpretar imágenes y ofrezca segundas opiniones; telemedicina que permitirá valorar pacientes en zonas remotas; y una enseñanza más centrada en competencias que integren juicio clínico, comunicación y ética. Sin embargo, la piedra angular seguirá siendo la interacción paciente-médico y la práctica supervisada en entornos reales.

Los currículos también tienden a incorporar más contenido sobre medicina basada en la evidencia: interpretar ensayos clínicos que comparan tratamiento quirúrgico y conservador, entender métricas como sensibilidad, especificidad y valores predictivos, y usar esa información para decisiones compartidas con el paciente.

Errores comunes en la enseñanza y cómo solucionarlos

A veces la enseñanza cae en trampas: excesivo énfasis memorístico, pocas oportunidades para practicar en pacientes reales, o retroalimentación pobre. Para remediarlo, los programas efectivos ofrecen aprendizaje activo, simulación repetida, evaluación formativa con feedback específico y oportunidades reales de responsabilidad gradual (supervisión con autonomía creciente). También es clave exponer a los estudiantes a la variabilidad clínica, no solo a los casos típicos, para que aprendan a lidiar con incertidumbre y presentaciones atípicas.

Estrategias pedagógicas efectivas

  • Aprendizaje basado en casos reales y discusión guiada.
  • Simulación con actores y maniquíes de alta fidelidad.
  • Entrenamiento en ultrasonido con supervisión estructurada.
  • Feedback inmediato y repetición deliberada.
  • Evaluaciones prácticas estandarizadas (OSCE) y revisión de desempeño.

Reflexiones finales sobre la formación: más que saber, es saber hacer y comunicar

Al terminar una rotación donde los estudiantes ven múltiples apendicitis, lo que queda no es solo un conjunto de signos y pruebas, sino una forma de pensar: tomar la historia con empatía, hacer un examen físico sistemático, integrar datos, pedir pruebas razonadas y comunicar opciones con claridad. Enseñar a diagnosticar es, en última instancia, enseñar a tomar decisiones en incertidumbre y a asumir la responsabilidad del cuidado del paciente. La apendicitis es un ejemplo excelente porque combina lo médico, técnico y humano, y obliga al estudiante a integrar conocimientos y habilidades en situaciones donde el tiempo y la claridad importan.

Recursos y lecturas recomendadas para estudiantes

How Medical Students are Taught to Diagnose Appendicitis.. Recursos y lecturas recomendadas para estudiantes
Los programas suelen recomendar textos clásicos de cirugía y guías de práctica clínica actualizadas, además de recursos prácticos como tutoriales de ecografía y bancos de casos online. La lectura crítica de literatura (metaanálisis sobre manejo con antibióticos versus cirugía, estudios sobre utilidad de scores clínicos) forma parte del proceso de convertir la información en práctica clínica.

  • Guías locales de manejo de apendicitis (hospitalarias o regionales).
  • Revisiones sistemáticas comparando intervención quirúrgica y tratamiento conservador.
  • Tutoriales prácticos de POCUS y cursos acreditados.
  • Bancos de casos y OSCEs disponibles en plataformas universitarias.

Consejos prácticos para estudiantes que quieren mejorar su diagnóstico

Los estudiantes interesados en mejorar deben buscar oportunidades activas: pedir ver más casos en urgencias, asistir a cirugías, practicar ultrasonido, participar en simulaciones y solicitar feedback claro y específico tras cada paciente. Además, leer críticamente la evidencia y discutirla con mentores ayuda a formar un criterio propio sólido. Otra recomendación clave es cuidar la comunicación: la manera en que se explica la incertidumbre y las opciones puede cambiar el curso del manejo clínico.

  • Pide supervisión y feedback tras cada evaluación abdominal.
  • Practica maniobras de exploración con compañeros y pacientes simulados.
  • Registra y revisa tus ecografías y las interpretaciones con un experto.
  • Estudia casos atípicos para ampliar tu visión clínica.
  • Aprende las reglas de decisión pero úsalas como apoyo, no como dogma.

Conclusión

Aprender a diagnosticar la apendicitis es un proceso complejo y enriquecedor que combina conocimientos anatómicos, habilidades técnicas, uso juicioso de pruebas complementarias y, quizás lo más importante, desarrollo del juicio clínico y la comunicación con el paciente y el equipo; los estudiantes atraviesan un camino que va desde la anatomía y la práctica en simuladores hasta la toma de decisiones en urgencias reales, utilizando herramientas como reglas de predicción, ecografía en cabecera y protocolos de manejo, entrenando la evitación de sesgos cognitivos, aprendiendo a manejar poblaciones especiales y a comunicar riesgos y alternativas; la enseñanza efectiva integra práctica deliberada, retroalimentación estructurada, evaluación objetiva y aprendizaje interprofesional para formar médicos capaces de reconocer la variabilidad clínica, priorizar la seguridad del paciente y colaborar con equipos quirúrgicos y de imagen para brindar una atención basada en la mejor evidencia disponible.

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