Introducción: por qué una maniobra histórica sigue importando hoy
La medicina está llena de gestos pequeños que, a primera vista, parecen simples pero que contienen en su ejecución y en su interpretación una enorme riqueza diagnóstica; la maniobra de McBurney es uno de esos gestos. Cuando alguien dice «McBurney», muchos piensan inmediatamente en apendicitis, en dolor en la fosa ilíaca derecha y en la urgencia quirúrgica, pero detrás de ese pensamiento rápido hay una historia clínica, una técnica precisa y varias variantes que pueden marcar la diferencia entre sospechar o descartar un cuadro de abdomen agudo. En este artículo conversacional voy a acompañarte paso a paso: te contaré la anatomía que sustenta la maniobra, te describiré con claridad cómo realizarla y cómo interpretarla, exploraré sus variantes y comparaciones con otras pruebas físicas (signo de Blumberg, de Rovsing, del psoas, del obturador), y terminaré con consejos prácticos y limitaciones importantes. Si eres estudiante, residente o profesional que quiere refrescar su examen físico, este texto está pensado para ti; si eres curioso o paciente, te ayudará a comprender mejor lo que ocurre cuando tu médico palpa tu abdomen.
Contexto histórico y significado clínico
La maniobra que lleva el nombre de McBurney proviene de los días en que la clínica era la piedra angular del diagnóstico quirúrgico; William McBurney describió en el siglo XIX un punto anatómico y una sensibilidad característica que asociaba con la apendicitis aguda. Desde entonces, el concepto evolucionó y se incorporaron matices: no solo se busca dolor local, sino una reacción peritoneal localizada, sensibilidad profunda, a veces rebote, y patrones que, combinados con la historia clínica y pruebas complementarias, aumentan la probabilidad diagnóstica. Aunque hoy tenemos ecografía y tomografía, la maniobra sigue siendo útil como primer filtro en urgencias y en lugares con recursos limitados. Además, entenderla es entender la fisiopatología del peritoneo en la inflamación: por qué el dolor se localiza, por qué ciertos movimientos lo exacerban y por qué variantes de la maniobra buscan provocar o eliminar tensiones que revelan la localización del foco inflamatorio.
Anatomía relevante: el porqué detrás del punto
Antes de describir la técnica conviene repasar la anatomía que explica la maniobra. El «punto de McBurney» se localiza clásicamente en la fosa iliaca derecha, a un tercio del trayecto entre la espina ilíaca anterosuperior y el ombligo; esto corresponde a la proyección cutánea del origen del apéndice vermiforme en muchos individuos, aunque la variabilidad anatómica es grande. La apéndice puede situarse retrocecal, pélvico, subcecal o incluso en posiciones inusuales que cambian la clínica. El peritoneo parietal es la estructura que, al inflamarse, produce un dolor bien localizado y de carácter somático; es la responsable de la sensibilidad en el punto de McBurney. Además, estructuras cercanas —como el ciego, el íleo terminal, ovario derecho, epiplón o adherencias— pueden producir dolor en la misma región, por lo que la maniobra es un dato más y nunca el único.
Definición y objetivos de la maniobra de McBurney
La maniobra de McBurney busca identificar sensibilidad o dolor localizado en el punto anatómico descrito y, en ocasiones, la presencia de defensa muscular o rebote. Su objetivo no es diagnosticar de forma absoluta la apendicitis, sino aportar un signo físico que, junto con la anamnesis (dolor migratorio, anorexia, náuseas, fiebre) y pruebas complementarias, aumente o disminuya la probabilidad de apendicitis aguda. Es importante diferenciar entre:
- sensibilidad superficial (dolor al tocar la piel)
- sensibilidad profunda (dolor a la presión profunda sobre el punto)
- defensa muscular voluntaria o involuntaria
- rebote o signo de Blumberg asociado
Cada uno de estos elementos aporta información distinta: la sensibilidad superficial puede corresponder a afección cutánea o inflamación local muy superficial; la sensibilidad profunda y la defensa suelen indicar irritación peritoneal; el rebote sugiere mayor compromiso peritoneal.
Técnica clásica paso a paso
Realizar la maniobra con cuidado y método mejora su utilidad diagnóstica. A continuación describo una secuencia clara, pensada para el clínico en escenario de urgencias o consulta:
- Preparación del paciente: antes de la maniobra, explora la historia clínica: origen y características del dolor, evolución, síntomas asociados. Pide al paciente que se recueste en decúbito supino, con la cabeza algo elevada y las rodillas semiflexionadas si es posible; esto relaja la pared abdominal y disminuye la defensa voluntaria.
- Ambiente y contacto: crea un ambiente cálido y tranquilo; explica brevemente que vas a palpar suavemente y que te diga si siente dolor al tocar. Usa tus manos templadas para evitar que el choque de frío genere contracción muscular.
- Localización del punto: localiza la espina ilíaca anterosuperior y el ombligo. Marca mentalmente (o con la yema del dedo) el punto a un tercio del trayecto entre ambos: ese es el punto de McBurney.
- Palpación superficial: comienza con una palpación superficial alrededor del punto, buscando dolor cutáneo o sensibilidad leve. Observa la expresión facial y la respiración del paciente.
- Palpación profunda: coloca la palma o la yema de tus dedos perpendicularmente y realiza una presión constante y profunda sobre el punto, penetra de forma gradual para valorar la sensibilidad profunda y si aparece defensa muscular.
- Valoración del rebote (si procede): levanta la mano súbitamente (rebote) para comprobar si hay dolor causado por la liberación brusca de la presión; sin embargo, el rebote debe interpretarse con cautela, porque provoca dolor y puede no ser necesario si la defensa es evidente.
- Comparación: palpa el contrario simétrico (fosa iliaca izquierda) y otras regiones abdominales para comparar la sensibilidad; la asimetría es un dato valioso.
- Registro y síntesis: anota la presencia de sensibilidad superficial o profunda, defensa, rebote y cualquier signo asociado (fiebre, taquicardia, peritonismo generalizado).
Es esencial combinar la maniobra con la observación: la postura del paciente, su capacidad para caminar, la marcha antálgica y la respuesta a movimientos (tos, elevación de piernas) enriquecen la valoración.
Variantes clásicas y modernas de la maniobra de McBurney
La práctica ha generado variantes destinadas a aumentar la sensibilidad o especificidad del signo, o a adaptarlo a diferentes posiciones anatómicas del apéndice. A continuación describo las variantes más conocidas, su racional y su aplicación clínica.
1) Maniobra de McBurney modificada (presión en la zona lateral
En esta variante se aplica presión no solo en el punto clásico, sino en un área mayor de la fosa iliaca derecha, buscando identificar sensibilidad en apéndices que no se proyectan exactamente en el punto original. Se utiliza cuando la palpación focal negativa no descarta la apendicitis, y se complementa con la búsqueda de defensa localizada. Esta maniobra es útil en pacientes obesos o con variabilidad anatómica.
2) Prueba de rebote dirigida (variación del signo de Blumberg)
Algunos clínicos prefieren un rebote dirigido y suave, aplicando presión lentamente y liberando de forma rápida pero controlada; la idea es provocar dolor por flexión del peritoneo. Su utilidad radica en confirmar irritación peritoneal localizada; sin embargo, debe hacerse con prudencia para evitar generar un dolor innecesario o empeorar el cuadro.
3) Maniobra combinada con la tos o la tos provocada
Pedir al paciente que tosa mientras se ejerce palpación en el punto de McBurney puede revelar dolor que no aparece en reposo; el incremento de presión intraabdominal por la tos estira el peritoneo y puede desencadenar dolor en apendicitis. Funciona bien en apendicitis con peritoneo más irritado.
4) Palpación indirecta (maniobra de rebote contralateral o signo de Rovsing complementario)
Al asociar la presión en el cuadrante inferior izquierdo con dolor en el derecho (Rovsing), se evalúa la transmisión peritoneal de la irritación. A menudo se combina en la práctica con la palpación directa en McBurney para aumentar la sospecha diagnóstica.
5) Exploración con maniobras de psoas y obturador
Cuando el apéndice está retrocecal o en posición pélvica, la maniobra clásica en el punto de McBurney puede ser negativa. En estos casos, añadir la prueba del psoas (extensión pasiva de la pierna derecha o resistencia a la flexión del muslo) o la maniobra del obturador (rotación interna del muslo flexionado) puede revelar dolor relacionado. Estas no son variantes de McBurney per se, pero son parte del paquete exploratorio dirigido a localizar apendicitis en posiciones atípicas.
Tabla comparativa de maniobras y su indicación
Maniobra | Cómo se realiza | Indicación principal | Fuerza diagnóstica |
---|---|---|---|
McBurney clásica | Palpación profunda en 1/3 del trayecto ASIS-ombigo | Apendicitis con proyección en fosa iliaca derecha | Moderada |
McBurney modificada | Palpación más amplia en fosa iliaca derecha | Paciente obeso o apéndice con proyección variable | Moderada |
Rebote dirigido | Presión profunda seguida de liberación rápida | Detectar irritación peritoneal localizada | Moderada a alta |
Tos dirigida | Solicitar tos durante palpación | Incrementar sensibilidad en irritación peritoneal | Baja a moderada |
Psoas | Extensión pasiva o resistencia a la flexión | Apéndice retrocecal | Moderada |
Obturador | Rotación interna del muslo flexionado | Apéndice pélvico | Moderada |
Interpretación clínica: sensibilidad, especificidad y valor predictivo
La maniobra de McBurney, como la mayoría de los signos físicos, tiene limitaciones: su sensibilidad y especificidad no son perfectas. Estudios y revisiones han mostrado variaciones según la población estudiada, el estadio de la enfermedad y la experiencia del examinador. En términos generales, la presencia de sensibilidad en el punto de McBurney aumenta la probabilidad de apendicitis, pero no la confirma; su ausencia no la descarta por completo, especialmente cuando el apéndice se localiza fuera de la proyección clásica. Es útil pensar en términos de probabilidad: una combinación de signos (dolor migratorio, fiebre, leucocitosis, elevación de PCR, signos de McBurney y de irritación peritoneal) eleva la probabilidad a un rango en el que la indicación para imagen o intervención es clara. Por el contrario, un examen físico normal junto con baja sospecha clínica puede justificar observación y reevaluación.
Limitaciones y fuentes de error
Es importante ser consciente de por qué la maniobra puede fallar o llevar a errores diagnósticos. Algunas situaciones comunes:
- Posición anatómica atípica del apéndice (retrocecal, pélvico, subhepático) que altera la topografía del dolor.
- Paciente con obesidad o musculatura abdominal hipertónica donde la palpación profunda es difícil.
- Dolor referido desde otras etiologías (urológicas, ginecológicas, intestinales) que simulan apendicitis.
- Defensa voluntaria por ansiedad o dolor, que se confunde con defensa involuntaria.
- Examen precipitado o poco cuidadoso que no compara regiones o que no tiene en cuenta la historia clínica completa.
Por ello, la maniobra es una pieza más de un rompecabezas diagnóstico y nunca debe interpretarse aislada.
Integración con otras pruebas físicas y complementarias
La maniobra de McBurney gana valor cuando se integra con otros signos físicos y pruebas complementarias. Aquí algunas pautas prácticas:
- Signo de Blumberg (rebote general): su presencia sugiere peritonitis; en conjunto con McBurney local puede indicar evolución avanzada.
- Signo de Rovsing: la presión en el cuadrante inferior izquierdo que provoca dolor en el derecho apoya la transmisión peritoneal y aumenta la sospecha.
- Signos de psoas y obturador: imprescindibles si hay sospecha de posición atípica del apéndice.
- Laboratorio: leucocitosis con neutrofilia y elevación de reactantes como PCR elevan la probabilidad cuando hay signos físicos compatibles.
- Imagen: la ecografía abdominal es una herramienta no invasiva, útil especialmente en niños y mujeres embarazadas; la tomografía (TAC) ofrece mayor precisión en adultos y en situaciones dudosas.
La ultrasonografía puede mostrar apéndice no compresible, diámetro aumentado y líquido periapendicular; si la ecografía es no concluyente y la sospecha clínica es alta, la TAC o la laparoscopia diagnóstica son pasos lógicos.
Consejos prácticos para mejorar la utilidad de la maniobra
Basado en la experiencia clínica y en la literatura, aquí tienes recomendaciones para sacar el máximo provecho de McBurney:
- No performes la maniobra sin una anamnesis mínima: la historia del dolor (inicio, migración, factores agravantes/aliviantes) guía la exploración.
- Relaja al paciente: rodillas semiflexionadas y ambiente cálido reducen la defensa voluntaria.
- Compara siempre con el lado contralateral para identificar asimetrías.
- Evita el rebote innecesario: solo cuando sea informativo; provocar dolor puede ser contraproducente si no aporta diagnóstico.
- Combina con las pruebas de psoas y obturador si la clínica sugiere localización atípica.
- Registra objetivamente: intensidad del dolor, tipo (superficial o profundo), presencia de defensa y respuesta a maniobras complementarias.
- Recuerda la importancia de la imagen en la incertidumbre: no confíes exclusivamente en un signo físico cuando la decisión terapéutica es invasiva.
Ejemplos clínicos ilustrativos
Nada enseña tanto como un par de casos concretos que muestran cómo interpretar la maniobra en la práctica diaria.
Caso 1: joven con dolor migratorio y McBurney positivo
Un varón de 22 años consulta por dolor periumbilical que migró a fosa iliaca derecha en 12 horas, con náuseas y fiebre leve. En la exploración, palpación superficial normal pero palpación profunda en el punto de McBurney provoca dolor intenso y ligera defensa; leucocitosis moderada y PCR elevada. Ecografía muestra apéndice no compresible. Diagnóstico: apendicitis aguda; manejo: ingreso y apendicectomía laparoscópica. Aquí, la maniobra apoyó un cuadro clínico ya sugestivo.
Caso 2: mujer con dolor pélvico y McBurney negativo
Mujer de 30 años con dolor abdominal bajo derecho y vómitos. McBurney negativo, pero la maniobra del obturador provoca dolor y hay leucocitosis leve. Ecografía ginecológica muestra un quiste ovárico torsionado. Diagnóstico: dolor pélvico no apendicular. Este caso subraya que McBurney negativo no descarta otras causas y que las maniobras pélvicas son complementarias.
Enseñanza y transmisión de la técnica
En programas de formación clínica, la maniobra de McBurney suele enseñarse en modelos y en la cama del paciente. Algunas claves pedagógicas: practicar la localización anatómica en simuladores, grabar la técnica con retroalimentación, y revisar vídeos de variaciones. También es útil que los alumnos comparen hallazgos entre pacientes reales para apreciar la variabilidad. Enseñar la maniobra implica también enseñar su interpretación: casos en los que se confía demasiado en un signo aislado dan lugar a errores, y la práctica docente debe enfatizar el pensamiento probabilístico y el uso combinado con otras herramientas.
Aspectos éticos y de seguridad
Palpar produce dolor; por ello la ética obliga a explicar al paciente el objetivo de la maniobra, a pedir consentimiento tácito y a evitar provocaciones innecesarias. En situaciones de dolor intenso o en pacientes con alteraciones de la conciencia, la maniobra debe adaptarse o posponerse hasta obtener control analgésico o la participación de un familiar. Además, en embarazadas hay que modificar la técnica y confiar más en la ecografía que en la palpación profunda.
Resumen visual: hoja rápida para el clínico
Ítem | Qué valorar | Implicación |
---|---|---|
Dolor superficial | Sensibilidad cutánea en McBurney | Localización superficial; menos específico |
Dolor profundo | Dolor a presión profunda | Mayor probabilidad de apendicitis |
Defensa | Contracción muscular involuntaria | Signo de irritación peritoneal |
Rebote | Dolor al liberar presión | Peritonismo localizado o generalizado |
Comparación | Palpar lado izquierdo | Asimetría apoya hallazgo |
Preguntas frecuentes (FAQs) en la práctica clínica
¿La maniobra de McBurney es suficiente para diagnosticar apendicitis?
No; es un dato clínico que se integra con la historia, los hallazgos vitales, laboratorio e imagen. Puede orientar, pero no sustituye la confirmación por imagen o decisión quirúrgica basada en el conjunto.
¿Qué hago si el paciente no tolera la palpación por dolor intenso?
Si el dolor es intenso, administra analgesia si está indicado y segura la evaluación; observa el efecto de analgésicos en la exploración posterior. No olvides que la analgesia no enmascara necesariamente la clínica y es éticamente preferible aliviar el dolor.
¿Qué tan frecuente es un McBurney negativo en apendicitis confirmada?
Depende de la localización del apéndice y del estadio; en apéndices retrocecales o pélvicos la maniobra puede ser negativa en una proporción significativa de casos, por lo que la ausencia de sensibilidad no descarta la enfermedad.
Conclusión
La maniobra de McBurney, con sus variantes y complementos, sigue siendo una herramienta valiosa en la exploración del paciente con dolor abdominal, porque sintetiza anatomía, fisiopatología y observación clínica; sin embargo, no es infalible, y su utilidad máxima aparece cuando se interpreta en contexto, comparando con signos complementarios y con las pruebas complementarias adecuadas; su enseñanza debe enfatizar técnica, razonamiento y responsabilidad ética en la provocación del dolor, y su práctica cotidiana requiere humildad diagnóstica y una mente orientada al conjunto de la presentación clínica.